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Tele y Radio

Con la radio en el corazón de la gente

Con la radio en el corazón de la gente  “Yo siempre he pensado que a los Luberta les corren ondas hertzianas por las venas”, asegura sonriente Caridad, como si ella, una Martínez, no fuera otra de las protagonistas de esta historia, la de una familia que ha entregado su vida a la radio. Caridad Martínez y Alberto Luberta Noy descubrieron que el mundo verdadero, su mundo, palpitaba tras las teclas de una máquina de escribir y cobraba vida entre las paredes de una cabina de radio. Se conocieron en los trajines de su emisora, Progreso, y se enamoraron en una de las tantas movilizaciones de capitalinos para la siembra de café caturra en los predios del hoy municipio de Habana del Este. Trabajadores pudo escoger otro tema para honrar los 85 años que el próximo 22 de agosto cumple la radio cubana, pero prefirió curiosear en la vida de la familia Luberta-Martínez ─ Alberto, Caridad, Aldo y Albertico─,  quienes aseveran que ningún nuevo invento en materia de medios de comunicación desplazará a la radio del lugar que ocupa en el corazón de la gente. ¿Cómo llegaron a la radio? Alberto Luberta (padre): Empecé el primero de julio del año 1947, cuando CMQ estaba en Monte y Prado. Tenía solo 15 años y recuerdo que ese día estaban inaugurando una cabina provisional para Radio Reloj que luego pasaría al edificio de Radiocentro que ya estaba en construcción y se terminó el 12 de marzo de 1948. MI primer trabajo fue de mecanógrafo, desde los 10 años tenía el título y escribía de 98 a 100 palabras por minuto. Gracias a esa rapidez gané la plaza pues mi figura no gustó. Imagínate, solo pesaba 100 libras. Caridad Martínez: Yo empecé en Progreso el 17 de agosto de 1961, hace 46 años, y al igual que Luberta, copiando libretos. Mi relación con la radio fue como un amor a primera vista a pesar de que mi mamá no quería por los prejuicios que funcionaban en aquella época. El primer día me dieron a copiar un libreto y por la tarde ya aquello me había atrapado de tal manera que nunca más pude salir.  Alberto Luberta (hijo): Nunca estuvo en mis planes dedicarme a la radio. El primer indicio de que podía hacerlo fue en la secundaria cuando aproveché uno de los viajes de mis padres a provincia y me senté en la máquina de escribir a copiar un libreto. Tenía una estructura similar a la de un programa que todavía dirige mi madre y que se llama Francamente donde no hay narrador, solo diálogos y que eran mis lecturas favoritas de aquella época.  Después escribí otros libretos sin mayor importancia y matriculé ingeniería mecánica, pero finalmente me di cuenta que mi vida estaba en la radio y comencé en Progreso en 1994 como realizador. Era una época muy difícil para la emisora y para el país, faltaban muchos especialistas y eso me dio la oportunidad de hacer de todo desde el principio. En el 95 matriculé en el curso para trabajadores de la licenciatura en Medios de Comunicación de la Facultad de cine, radio y televisión del Instituto Superior de Arte (ISA). Me gradué en el 2000 en la especialidad de sonido, pero allí también se estudia dirección, fotografía, edición y producción, estas tres últimas para cine y televisión. La historia de mi hermano Aldo es similar: empezó a trabajar en la radio en el año 92, matriculó en el ISA, se graduó en el año 99, también en sonido, y actualmente se encuentra impartiendo clases en la Universidad de Paraguay. ¿Alguna vez pensaron que se dedicarían a la radio? Caridad: Yo soy graduada de comercio y mi madre me tenía prohibido oír novelas de radio porque decía que encadenaban. Mi Luberta (padre): Yo estudiaba electromecánica cuando surgió la posibilidad de trabajar en CMQ. Éramos ocho hermanos en una familia muy humilde y había que cooperar con su economía, así que no lo pensé dos veces. ¿Y en el caso de los muchachos? Luberta (padre): Ellos iban a ser militares, estudiaron en los Camilitos. El mayor, Aldo, entró en la Escuela Interarmas Antonio Maceo como tanquista, pero luego la vida les dio un vuelco total. Caridad: ¿Albertico tú te acuerdas cuando decías que querías estudiar Oceanología? Por eso es que matricula en los Camilitos de la Marina. ¿Se sienten ustedes responsables de ese vuelco en sus vidas? Caridad: Indirectamente quizás, pero es curioso que ellos hasta rechazaron la emisora en algún momento de sus vidas, en el caso de Aldito quizás no tanto porque iba y se interesaba por cómo funcionaban los equipos y demás, pero Albertico siempre tuvo un carácter más retraído y recuerdo una vez que no lo dejaron entrar por una de esas directivas que prohibía el acceso de los niños y estuvo como dos horas esperándome afuera. Después de eso me dijo: “Aquí no vengo más” y estuvo años sin regresar. ¿Qué alimenta la pasión del que trabaja en la radio? Luberta (padre): Es como una magia, no funciona con todo el mundo, pero sí con la mayoría del que empieza y se siente en la grabación misma de un programa de radio. Este es un medio para crear imágenes y desde que entras a una cabina estás pensando en cómo hacerlo. Eso cautiva a los verdaderos realizadores. Además, la radio es como una novia que te exige y te exige, y te exige… y siempre tienes que estar encima de ella para complacerla. Alberto (hijo): Yo creo que en eso también influye lo productiva que es y que te da la posibilidad de ver los resultados de tu trabajo no fácilmente, pero sí rápidamente. Claro, esa productividad tiene en su contra que hay detalles en los que a veces no te puedes detener y por eso uno debe ir perfeccionándose constantemente. Caridad: No podría conceptualizar sobre el tema pero sí te puedo asegurar que la gente de la radio tenemos un sentido de pertenencia tremendo a las emisoras y al medio en general.  ¿Qué seduce a los oyentes? Luberta (padre): El hábito… Caridad: Sí, el hábito y también el respeto. La radio ha sido mucho más cuidadosa que otros medios con los hábitos de audiencia, con las preferencias de las personas y esa es una lucha que tenemos cotidianamente. Pero además del hábito, qué recursos, desde el punto de vista artístico y hasta psicológico, funcionan a la hora de crear una audiencia apasionada y fiel como efectivamente tiene el medio. Caridad: Creo que es la oportunidad que tiene el oyente de recrear lo que escucha. Siempre digo que la escenografía de la radio la ponen los realizadores de la banda sonora y hasta nosotros, que sabemos como funciona el mecanismo, caemos en la trampa de dar rienda suelta a la imaginación cuando escuchamos una voz nueva y le ponemos rostro y cuerpo.  Luberta (padre): No por gusto el lema de la radio cubana es Sonido para ver. ¿Es la radio un medio de academia o de oficio? Luberta (padre): La academia siempre es mejor, pero históricamente la gente de la radio se formaba empíricamente, no había escuelas, ni planes de superación. Hoy tenemos la Facultad de Medios de Comunicación del ISA y los muchachos que nos llegan graduados de allí son mucho mejores que nosotros cuando empezamos. Caridad: Desde mi experiencia como profesora de Dirección de Radio en esa Facultad del ISA puedo decirte que he visto muchísimos muchachos con talento que luego no regresan a sus lugares de origen. Eso es comprensible desde el punto de vista de las mayores posibilidades de desarrollo que existen en la capital pero eso hace mucho daño a los planes  de ampliar el sistema de la radio en la televisión con nuevas emisoras y telecentros en los territorios.  Por otra parte, me he encontrado gente muy talentosa en provincia que es capaz de hacer varios trabajos a la vez. Hace unos años no era extraño ver en una cabina a un hombre que buscaba el disco, lo ponía, presentaba el número y luego ponchaba la música. Todo con una calidad extraordinaria y sin otra escuela que sus colegas y la práctica. Si tuvieran que comparar la radio que se hace actualmente en Cuba con la de 50 años atrás ¿Qué me dirían? Luberta (padre): La radio cubana, desde que yo empecé a trabajar, siempre ha sido de muy buena calidad, pero ahora ha mermado con respecto a otros momentos por facilismo, economicismo y otras cosas que van en su contra. ¿A qué se refiere? Luberta (padre): Hay personas que hacen las cosas pensando en cuánto les van a pagar y no cómo les puede salir mejor. Algunos de estos problemas se están superando y se lo debemos a esa Facultad del ISA. De allí nos está llegando gente que le va a dar otro vuelco a la radio cubana. También hay que reconocer que con el período especial se acumularon carencias materiales de todo tipo y ahora es que se harán algunas inversiones en las emisoras que radican en la capital que son de las que peores condiciones tienen. ¿Se intercambian los libretos o proyectos antes de realizarlos? Caridad: Aquí normalmente cada uno hace su trabajo con total independencia. Hemos tenido la suerte de que los muchachos son muy disciplinados, pocas veces nos consultan y te voy a contar la anécdota de cuando Albertico ganó, en 1995, el Premio de teatro radiofónico Margarita Xirgu. Yo escuché la convocatoria, se la comenté, se embulló y escribió el libreto. Se lo revisé, terminé de pasárselo a máquina y se lo di a una amiga que iba para España y podía entregarlo personalmente. Pasó el tiempo y fue tremenda sorpresa cuando nos enteramos de que había ganado. Imagínate solo tenía 20 años. A mí hasta me subió la presión. Todo lo habíamos hecho a espaldas de Luberta pues él es muy crítico y después hasta nos daba vergüenza. Cuando finalmente le enseñamos el libreto dijo: Si yo lo leo, tú no lo mandas. Luberta: Es cierto, se lo hubiera censurado y no hubiera ganado el premio. ¿Habrá una tercera generación de Luberta en la radio? Luberta (padre): Bueno, quién sabe, el hijo mayor de Albertico, Aldito, es tremendo. Hace un rato lo llamé y estaban jugando a la radio. Él, como es más grande, tiene siete años, puso al hermano a cantar y le decía: Atiende aquí, ¡Grabando! Y el chiquito cantaba y cantaba hasta que parece que se cansó y dijo; Voy al baño y Aldito le gritó: !Nooo, que estamos grabando…! 

Fuente:  Yimel Díaz Malmierca.  Disponible:  www.trabajadores.cu

 

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