La ponencia de Cedeño: ¿Qué asesor tenemos? ¿Qué asesor queremos? ¿Qué asesor necesita la Radio Cubana?
Por su interés y repercusión, Tele y Radio... reproduce íntegramente la ponencia que Reinaldo Cedeño, realizador radial e intelectual de Santiago de Cuba, presentó en la pasada XXXI edición del Festival Nacional de la Radio Cubana, sobre la labor de los asesores en ese medio. También publicamos algunos comentarios como los de Joaquín Cuartas y Orietta Cordeiro. En la foto, de izquierda a derecha: Yusimí González Herrera (directora general de programación de la radio cubana), Mileidy Martínez Parra (especialista de la dirección de programación, aquí como moderadora) y el ponente invitado, Reinaldo Cedeño Pineda.
1. Introducción
Cada cierto tiempo, alguien se aparece con un anuncio apocalíptico, o una verdad
revelada, como si Dios mismo la hubiera soplado al oído de quien la pronuncia. Una
imagen vale más que mil palabras, es una de ellas.
Se trata de una frase hermosa sin dudas, pero como dijese Mahatma Gandhi: “la
hermosura no está en las apariencias, sino únicamente en la verdad”. La frase de la
imagen y las palabras, es reaccionaria por definición; porque minimiza una parte, la
ningunea. A mi entender, es hora de retocar ese aparente aserto: una palabra (dicha
como Dios manda, claro está) es capaz de provocar mil imágenes.
Verba volant, scripta manent (ese latinazgo: "el verbo vuela, lo escrito permanece"), es
otra pretensión de prevalencia. El oralista colombiano Adolfo Colombres afirma que la
palabra ágrafa, la palabra desnuda y cantarina, la palabra virgen, la palabra hablada
echó sobre su carro a la palabra escrita y la retó. Lo escrito es lo hablado sostenido
en el papel. No hay signo de puntuación impreso que sustituya su realización en la
expresión oral. Ninguno. Lo escrito porta en sí aquel “callado estruendo” del que
hablara Lezama.
De ahí entramos directamente a otro supuesto: la radio es sonido. Es otro criterio
reduccionista. La radio es sonido, sólo en su consecuencia final. Una parte de la radio
es también escrita. Sin temor a exagerar podemos decir que la radio escrita
desencadena la radio hablada. Se trata de un proceso que pudiera parecer natural,
pero que necesitó y necesita de un largo proceso de abstracción y de creatividad. El
escritor radial es el artífice y el asesor el mediador entre éste y la Radio.
Vaya aún otro desmontaje: la radio es el imperio de la palabra hablada. Más bien,
debería serlo, estamos exhortados a que lo sea, pero… habrá que matizar también
este supuesto: la radio, desafortunadamente, se vuelve más de lo que deseamos, en
el imperio de la no palabra. No es un galimatías, es la apropiación a un concepto
africano.
Para estos pueblos, “palabra” es lo que dice algo concreto. Un anciano porta un
bastón, autorizado a propinar un recio bastonazo en la cabeza a aquel que se entregue
a la no palabra durante una negociación. Entiéndase, se refiere a la palabra vacua,
carente de significado, a la palabra adorno, la pura filosofada, la verborrea.
¿Cuántas veces en la radio, padecemos del efecto de la no palabra, por no saber o
no querer manejar el bastón a tiempo?
El asesor es aquel que tiene en su poder el bastón de mando y es el rostro de cara al
escritor (eslabón primario de la radio, tratado inexplicablemente como
cuenta-propista). Así, estas notas sólo buscan explorar el camino de un personaje del
medio radial: el asesor, visto como ese negociador, como el mediador por excelencia,
como la puerta. ASESOR es una palabra mayúscula; en todo caso, debería serlo.
Los presidentes, los consejos editoriales, los negocios, los políticos… todos tienen
en sus filas un grupo de asesores, pero se trata, eso sí, de un experto por cada
materia. En el mundo de hoy las integralidades suelen quedarse cojas.
En consecuencia, ahondar sobre sus responsabilidades, sus facultades y las vías
para ejercerlas, se presenta impostergable. Lo hacemos desde las valoraciones y los
ejemplos, desde la indagación enfocada sobre el tema y la observación participante.
2. EL ASESOR Y LAS MIL PREGUNTAS
El asesor es un especialista al que le toca —al que se le ha asignado—: velar por el
contenido ideológico del tema tratado (en su más amplio concepto, como sistema de
ideas generales, políticas, culturales….), investigar las aristas del asunto que ocupa el
espacio, ayudar en el establecimiento de prioridades y temáticas, sugerir bibliografías
y consultas, dejar claramente establecido el cumplimiento de la técnica radial y con
ella de la calidad dramatúrgica, literaria, musical…, coadyuvar a la formación de
nuevos escritores, participar en monitoreos y talleres; y por supuesto, velar por la ficha
técnica establecida. Y con todo ese conocimiento, valorar y aprobar los guiones
presentados, con sus consecuentes recomendaciones; o rechazarlo si es el caso.
La radio ha depositado en el asesor la llave maestra, le ha dotado de un alto poder
decidor, le ha confiado la calidad (al menos inicial), de lo que sale al aire. No es poca
cosa, ciertamente.
Se trata de una tarea titánica, bien abarcadora, que casi asusta. Consecuentemente,
su cumplimiento demanda en primer lugar, de una alta responsabilidad del asesor.
A seguidas, el asesor requiere de un tiempo real, de un tiempo físico para el estudio,
valoración, investigación e intercambio… pero ¿se trata de un diseño ideal de lo que
debe hacer un asesor, o de lo que efectivamente hace ahora mismo? ¿Se trata de
una utopía o de un camino realizable?
Un asesor intentó resumírmelo en una oración: “el asesor es el riñón de la radio”. Es
otra frase imaginativa, pero como aquella de que una imagen vale más que mil
palabras… sobrevuelan enseguida las dudas y las preguntas, porque subordina el
resto de los procesos radiales, al asesor; minimiza ese cimiento básico llamado
escritor y obvia el franco proceso colectivo de la radio.
Si admitimos que el asesor puede ser el filtro, habría que preguntarse si está
funcionando como se debe o si, acaso, padece de litiasis. Si el uso, no amplió sus
rejillas y comienzan a pasar las impurezas; si las vías escogidas para que haga uso de
esa facultad son las más eficaces, las más convenientes y las más adecuadas….
De esta forma, emergen naturalmente varias interrogantes ligadas a la sensibilidad
artística del asesor: la formación de los asesores, su actualización y superación una
vez incorporados al trabajo diario, el dominio cultural al lado del dramatúrgico, el
tiempo real empleado por espacios, la carga de trabajo, el control y diseño evaluativo,
las leyes que propugnan sus facultades y su consideración como “artista”.
Son muchos tópicos en verdad, impensables de abordar de una sola vez; aunque se
tratan de ramas de un mismo tronco: ubicar al asesor en su justo lugar y permitir que
su trabajo redunde en una mayor calidad de la propuesta radial, en una vía dual: sin
favorecer permisibilidades y sin restarle autoridad.
Así, resulta imprescindible para la Radio, la respuesta puntual a varias preguntas,
devenidas de las consultas y la investigación previa:
---¿Qué se asesora en realidad: la calidad dramatúrgica del guión, la corrección
gramatical, la técnica radial…. y también el contenido?, ¿Todo a la vez, o sólo una
parte? ¿A qué se le dedica en la práctica, mayor atención? ¿Qué se asesora, el guión
o el programa?
---¿Tiene el asesor el tiempo real para adquirir el conocimiento vertido en un guión,
sobre los más disímiles temas, en una labor diaria y retadora como la radio?
---¿Qué posibilidades tiene un asesor, por ejemplo, ante propuestas históricas o
musicales de cierto rigor, de aconsejar, evaluar, deslindar, opinar, justipreciar o
devaluar una referencia de la materia en cuestión, más allá de la corrección gramatical,
el orden dramatúrgico o el balance musical? ¿Posee autoridad en esas materias o se
necesita en verdad de otros especialistas? ¿No sería mejor especializar a los
asesores en determinadas materias; o trabajar en pos de que historiadores y
musicólogos se conviertan en asesores de estas materias?
---¿Son los asesores propiamente asesores dramatúrgicos más que asesores
integrales?
---¿La carga de algunos asesores, es consecuencia de la falta de asesores
suficientes, o de una peligrosa subvaloración: la de que un especialista de tal tema
NECESITA, anda URGIDO de espacio para la verificación, la investigación, la
corrección y el aporte? ¿Se dan por sentados algunos conocimientos? ¿Qué número
de programas es el recomendable para un asesor? ¿Quién decide la carga de un
asesor cuando algunos de ellos toman vacaciones…. los propios asesores? ¿Dobles
cargas?
(Uno de los casos remitidos como ejemplo es el de un programa sobre el arte de
Nueva Zelanda. Comenta el escritor que mientras demoró toda una semana y más
para investigar y redactar el espacio sobre la cantante de ópera Kiri Te Kanawa, sobre
la cineasta Jane Campion, autora de la afamada película El Piano, sobre los ritos
maoríes e incluso sobre la presencia cubana en la alfabetización neozelandesa. Y
aquel asesor, con una carga de libretos por revisar… estampó su firma luego de una
ojeada)
(En otra ocasión escuché un programa infantil con el tema: historia del teléfono.
Mientras el Congreso de los Estados Unidos hizo una rectificación histórica, el 11 de
junio de 2002, y decretó que el italiano Antonio Meucci fue su inventor, y lo
perfeccionó en el Teatro Tacón de La Habana; mientras en La Habana de hoy, un niño
escucha por su emisora de radio que el teléfono lo creó Alexander Graham Bell)
--- ¿Son los asesores “segundos escritores de los programas por tal de que salga al
aire”? (1) ¿El asesor “tiene que arreglárselas como sea para que un guión o programa
salga al aire, incluso sin la calidad requerida, porque sino se afectan
monetariamente”? (2) ¿”Se sienten confiados los escritores de que no se les
desecharán un guión porque sino ellos mismos (los asesores) se verán afectados”?
(3)
---¿Puede trabajar un asesor a conciencia con nuevos escritores, o le resulta más
práctico y conveniente acudir a escritores ya probados aunque no sean los de su
territorio? ¿Qué consecuencias pueden traer estas decisiones?
---¿Qué interacción predomina entre escritor y asesor? ¿Qué independencia tiene el
escritor del asesor? ¿Qué independencia tiene el asesor del director? ¿Es el asesor
un guarda o un maestro?
Permítaseme escoger algunos fragmentos del texto “Escrito por el asesor” de Adrián
Quintero (Radio Sagua):
“(…) en los últimos años asesorar ha constituido una excelente garantía salarial para
quienes están en los medios, “una pincha fácil”. Que si una faltica de ortografía por
aquí, que una preposición que faltó y… ¡listo! ¿Serán tan buenos nuestros escritores
de la radio y la televisión cubanas? (…)
Veamos la definición de asesorar que ofrece el Diccionario de la Real Academia: (De
asesor). tr. Dar. 2. prnl. Tomar consejo del letrado asesor, o consultar su dictamen. 3.
Dicho de una persona: Tomar consejo de otra, o ilustrarse con su parecer. Me quedo
con la primera: Dar consejo o dictamen. El asesor dice si sirve o no un guión, o una
obra, o el embrión de una obra. Y lo más importante: da luz a su autor sobre lo que es
salvable y lo que no; aporta ideas, esclarece conceptos, ayuda a pensar.
(…) La regla de oro de la buena asesoría es la comunicación; el diálogo inteligente, el
intercambio de criterios. Tenga en cuenta que cuando una obra de arte es buena y
vital, puede desatar criterios contrapuestos.
(…) Los asesores suelen involucrarse tanto con los colectivos que “para no buscarse
problemas y enemistades” terminan haciéndose de la vista gorda. Ahí están las pifias
que pueden escucharse en cualquiera de nuestras emisoras. Errores históricos,
imprecisiones geográficas, informaciones desactualizadas, términos mal empleados.
Un montón de cosas que van más allá de la simple preposición o de la faltica de
ortografía.
También es cierto que, en ocasiones, los directivos no conceden al trabajo del asesor
la importancia que merece. No lo ven como lo que debe ser: el encargado de velar
por la calidad de la programación en general (…)
No pongo en duda que existan buenos asesores en nuestro país (…) La pericia de los
asesores ha motivado análisis en diversos foros. No han faltado audaces con la
propuesta de dejarlos fuera. Defiendo la valía del oficio siempre desde mucho antes
que me tocara observar las aguas desde las dos orillas. Sencillamente es preciso
reivindicar esa especialidad (...) /4
¿Hasta dónde son estos, juicios propios? ¿Hasta dónde responden a la realidad?
3. EL ASESOR… ¿UN ARTISTA?
Nuestras notas no tienen como ámbito el de la legislación laboral ni el del salario. La
aproximación al asunto, toma como base criterios y razonamientos que ayudan a
esclarecer las cualidades de las cosas.
Se impone un planteamiento inicial: la cualidad —llamémosle así— de SER ARTISTA.
Es una condición imposible de ser certificada mediante papel o decreto alguno; así
como el diploma de una materia, garantiza sólo el cumplimiento de los estudios
terminados, y no la calidad per se del profesional
Ser artista implica no sólo la afinación suprema en una materia, la tendencia creativa, la
sensibilidad artística y el conocimiento profundo. No basta. Ser artista implica que
todos esos factores se conjuguen para dar como resultante una OBRA ARTÍSTICA.
Esa obra, por supuesto, deberá ser AUTÓNOMA y corresponder a una autoría
primaria, sin la cual esa obra no pueda existir.
Un escritor trabaja sobre el papel en blanco, un asesor sobre párrafos ya trazados,
sobre guiones ya hechos. Un escultor trabaja sobre la piedra bruta, un asesor sobre la
madera ya tallada. Un asesor trabaja sobre los brotes, no ara la tierra desnuda, si se
me permite esta alegoría.
Aquel que conoce los elementos dramatúrgicos en todos sus detalles, pero que no
aúna ese conocimiento y produce por sí mismo una puesta, un guión o actúa en el rito
y la representación, no puede conceptuarse como artista, por más predisposición o
sensibilidad que posea.
El editor de un libro, con un amplio conocimiento lingüístico y estilístico, que es capaz
de aconsejar la estructuración de los capítulos, la conveniencia de esta o aquella
imagen, la extensión de determinados párrafos…. es protagonista de una labor
esencial, ¿quién podría ponerlo en dudas?, pero de ningún modo puede considerarse
coautor de la obra.
El teórico literario que lo sabe “todo” de los tropos de la lengua, de las técnicas
narrativas, de los tipos de rimas y de estrofas…. puede ser todo un teórico, pero no
resulta por ello un poeta ni un novelista. Sólo si hace de esos saberes un ensayo, un
libro donde sistematice esas ideas, una obra autónoma, entonces y sólo entonces
será también un escritor, un “artista en letras”.
La validez de la asesoría no consiste en la tipificación de “artista”, sino en la posición
que ocupa como mediador entre escritores y la Radio, en su capacidad valorativa
inicial, en su accionar con los elementos artísticos y en el dominio de los códigos
radiales y dramatúrgicos desde su génesis. Eso no lo rebaja de ningún modo.
4. OBSERVACIONES FINALES: ¿Qué asesor tenemos, qué asesor queremos?
Sin dudas, tocará a la Dirección Nacional de Radio establecer determinadas
conclusiones a partir de los elementos incluidos en estas notas, de los apuntados por
los especialistas en encuentros, debates, consultas, foros… sin olvidar, por supuesto,
las especificidades de un especialista como el asesor radial en nuestro país.
Emerge como imprescindible valorar el tema en su integralidad: la radio como un
sistema nacional que incluya las emisoras nacionales, las provinciales y las
municipales, los programas dramatizados y el resto de toda la programación, habidas
cuentas de que sus partes están en interdependencia y armonía, sin que eso
signifique que una calque a la otra.
El acápite de la tipificación del asesor concebido como “artista” merece igualmente
especial detenimiento. La pregunta clave, a mi juicio, no está relacionada, en primera
instancia, con el dinero que se percibe por una labor exigente; sino con la calidad
verificable del trabajo que realiza el asesor y con la resultante del método actual para
la radio, sus facultades y debilidades.
Otro aspecto importante con el tema calidad está relacionado con la justa valoración
del tiempo que un asesor necesita por espacio para investigar, verificar, comprobar,
aportar, ajustar… que eso y no otra cosa es asesorar. Será importante, en
consecuencia, determinar que cantidad de programas debe atender un asesor.
Deberá estudiarse cuidadosamente la formación de los asesores, y cuál concepto
debe prevalecer en el ejercicio de sus tareas : si el de guiones aceptados, el de
guiones rechazados… o el más lógico, el de guiones asesorados.
Seguramente todos los caminos pasan por la respuesta a una terna de interrogantes:
¿Qué asesor tenemos? ¿Qué asesor queremos? ¿Qué asesor necesita la Radio
Cubana?
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♦ COMENTARIOS tras la ponencia (selección)
Joaquín Cuartas (escritor, maestro de la radio cubana) Un asesor tiene que vivir del
libreto. Si no tiene el libreto, no cobra. A algunos asesores, si le dan la guía telefónica
para asesorar…. la firman…El asesor es una cuerda de equilibrio. Asesor, escritor y
director son los tres “cómplices”, pero no nos sentamos a negociar.
Orieta Cordeiro (asesora de Radio Progreso, casi cuatro décadas de experiencia) Has
puesto el dedo en la llaga y creo que en el trabajo están contenidos los aspectos más
importantes. Un asesor es un poco un editor, un productor. Recuerden que viene de
aquel productor de mesa. Un asesor es un censor, queramos o no. Trabajamos de
acuerdo con la política de programación y la situación del país.
Una asesora de [una emisora municipal] me dijo que ganaba casi dos mil pesos.
¡Tenía toda la programación!… ¡eso es firmar los guiones y… a producir!… El asesor
tiene que tener la sensibilidad del artista, y de ninguna manera puede convertirse en el
escritor que no es.
Joel Macías (director provincial de la radio en Santiago de Cuba) Antes del año 2001
había que imponerle a los asesores la responsabilidad de más programas, y después
de ese año, venían buscando más programas que asesorar. Hay asesores que
aunque vean reducidas sus finanzas hacen lo que tiene que hacer, no podemos ser
absolutos; pero algunas son insaciables. Creo que el Instituto (Cubano de Radio y
Televisión) tiene que buscar la forma, porque se nos crea una situación
difícil…También se impone el tema de la capacitación de los asesores.
María Cecilia (Radio Cadena Habana) Hay que precisar la función del asesor, cuál es
su verdadera función. Es muy importante que a los asesores nos respeten porque
seamos honestos y que no se piense que vamos a aprobar libretos malos.
Xiomara del Rosario (asesora de Radio Arte) El trabajo del asesor es ejercer el
criterio. Tengo la mala costumbre de virar libretos, a veces he ganado menos de cien
pesos… ¿Tengo que seguir así?... Si yo rechazo libretos con argumentos, hay que
pagármelos, porque yo necesito vivir…
Fernando Pérez Ricardo (director de Radio Arte) El asesor si es un artista, porque da
el acabado, el modelado. ¿Qué asesores tenemos hoy? Muy buenos algunos y otros,
de los que no podemos decir lo mismo…
Susana (directora provincial de radio en Matanzas) El asesor está recargado de
trabajo…Deben tener un salario fijo, decoroso y la posibilidad de estimulación según
los resultados del trabajo… El salario influye para que la gente se quede. Hay que
acabar de adoptar una solución.
(Instantes sobre los debates del tema de la asesoría durante el 31. Festival Nacional
de la Radio Cubana)
NOTAS:
(1) Criterio del estudio de algunas provincias sobre el tema asesor. Documento de la
Dirección Nacional de Radio, mayo 2009, p.2.
(2) Ibid
(3) Ibid
(4) Adrián Quintero: “Escrito por el asesor” en Palabra desnuda,
http://palabradesnuda.blogspot.com/, Sábado, 18 de octubre 2008. // Este fragmento
seleccionado (por razones de tiempo), no pudo ser leído íntegramente y sólo tuvo
referencias durante la exposición. La Isla y La Espina le da a conocer los párrafos
seleccionados y le invita a dar clic en el artículo original:
http://palabradesnuda.blogspot.com/2008/10/escrito-por-el-asesor.html
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Alfredo Jordan -