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La Nochevieja y el nuevo año

La Nochevieja y el nuevo año
Yuniel Labacena Romero /Tomado de Juventud Rebelde
digital@juventudrebelde.cu

Los ritos para atraer la buena suerte y la prosperidad son tan antiguos como la humanidad misma. Innumerables son las costumbres y tradiciones que en el mundo se han ido tejiendo alrededor de la llamada Nochevieja y la llegada del nuevo año, relacionado indudablemente con otro amanecer en el que se pretende atraer todo lo maravilloso para lograr bienestar durante los siguientes 12 meses.

Es medianoche y el tiempo, corto, pues en teoría hay un solo minuto para cumplir con las distintas supersticiones al dar la bienvenida al año; aunque afirman los más viejos que se puede hacer una excepción y tomarse unos minutos más después de la medianoche para asegurar que el año llegue lleno de felicidad y prosperidad.

No es necesario ni posible cumplir con todos los rituales que se conocen. Cada quien pone en práctica los que más se acerquen a sus prioridades, deseos y costumbres. Para aprovechar bien los minutos de cambio entre un año y otro, son varias las opciones.

En 24 horas

El 31 de diciembre parece corto para todas las cosas que se quisieran hacer. Usar prenda nueva es uno de los rituales que más gusta: vestido, blusa, camisa, ropa interior u otros. Y así, asegurar que se tendrá guardarropa renovado durante todo el año.

El fuego es otro aspecto indispensable ya que proporciona calor y luz. Encender velas para tener paz y armonía en el año venidero. Algunas personas las utilizan con el color de su signo del zodíaco; también pueden ser de los colores clásicos para atraer el amor, la paz, la salud…

Limpiar la casa y deshacerse de cosas viejas o rotas, es otras de las tradiciones. Aun cuando no se vaya a cenar en ella, se barre y trapea todo, principalmente los rincones; según se afirma servirá para «quitar las malas energías y expulsar lo indeseado». Con ello vendrán cosas mejores.

Nada mejor que usar ropa interior de colores de acuerdo con lo que más interese conseguir: roja para el amor, amarilla para la suerte, blanca para la salud o verde para el dinero.

Muchos son quienes desean prosperidad económica. Sean monedas o billetes, «dinero llama a dinero», dicen, así que no es mala idea esperar el año con algunos en la mano. Otros optan por usar un billete —del más alto valor que se pueda conseguir— en el pie derecho y guardarlo todo el año hasta gastarlo el 31 de diciembre siguiente y otros colocan las monedas en la puerta de la casa para garantizar una buena racha financiera. El dinero no faltará, aseguran.

Durante el día se escriben en un papel los deseos, sueños, objetivos y nuevas metas y se conserva justo hasta la medianoche. En otro papel se ponen también las cosas malas y negativas del año que se va y que uno no quisiera que se repitieran.

Cuando llega la medianoche

Al llegar la medianoche los rituales crecen. El más conocido es el de las lentejas: algunos las comen y otros las tiran; lo cierto es que este se repite cada temporada con el fin de atraer fortuna, prosperidad y asegurar el alimento. Hay quienes las avientan crudas por lo alto, para que caigan con libertad, y se dejan ahí durante siete días, supuestamente con el efecto deseado.

Pasear o correr con maletas no es una prueba de atletismo urbano. Se trata de un ritual para que el año nuevo traiga muchos viajes. Se prepara con todo lo que se considera indispensable para un viaje. Los más veteranos en estos trajines aseguran que como casi siempre hace mucho frío en este tiempo, se puede bajar un piso de la escalera e igual funciona el deseo.

Comer 12 uvas, una por cada mes del año y una con un deseo diferente. Para ahorrar tiempo se comen mientras se corre alrededor de la manzana; y para no olvidar o repetir los deseos, estos se pueden escribir en un papel que se tenga a mano.

Para estar saludable y mantener una actitud positiva, se sostiene que al inicio del año se debe comer una manzana, pues es como atraer salud y bienestar, no relacionado con la prosperidad (económica o de poder), sino con el estar bien en forma integral.

Ya cerca del nuevo año, se abre el papel de los sueños y objetivos que se escribió en el día y se lee.

En último lugar, se quema el papel que contiene todas las cosas malas y negativas del año que termina para que no se repitan. La idea es dejar ir en el fuego las frustraciones, la ira, la tristeza y darle la bienvenida al nuevo año con mucha mente positiva.

Tradiciones o rituales cubanos

La mayoría de los cubanos realizan numerosos de estos rituales. El fin de año se celebra ante un menú criollo y como el año nuevo coincide con el aniversario del triunfo de la Revolución, hay fiestas populares a lo largo y ancho de la Mayor de las Antillas.

La cena de fin de año continúa siendo la más importante y familiar. Para esta ocasión las mesas se visten con lo mejor de la casa. Para muchos el cerdo es el anfitrión de la comida y es todo un ritual su preparación.

El adobo que permite ese sabor y olor tan característicos del ambiente cubano se prepara días antes, y difícil es saber de qué se compone, pues cada familia posee su «mojo especial». La carne adobada se deja en el refrigerador para luego ser cocinada lentamente desde horas tempranas en el horno o de lo contrario en la puya, para que expulse el agua. Cualquiera puede hacerlo, ya sea hombre o mujer; no es una relación comida-sexo fija, sino variable en dependencia de la mano o sazón que tenga cada uno.

Acompañan a este plato el congrí, bien condimentado; las ensaladas mixtas de lechuga, tomate y col. También plátanos fritos maduros o verdes en versión de mariquitas o tostones y yucas con su mojo criollo a base de naranja agria, grasa de puerco y mucho ajo semifrito. La cena suele terminar con los típicos buñuelos bañados en almíbar espesa.

Ya cerca de las 12 de la noche cada familia, desde el triunfo de la Revolución, espera la hora oficial frente a la televisión, con una programación especial. Todos se besan, saludan, abrazan, felicitan y dan comienzo a uno de los rituales más graciosos y espectaculares: «La quema del año viejo».

A la medianoche, un muñeco alegórico a la fecha es incinerado. Es un ritual de purificación para alejar la mala suerte o las energías negativas del período que termina, así como de transición, pues también se celebra la llegada del nuevo año.

Tirar agua es otra de las tradiciones que más utilizan los cubanos. Las familias se agolpan en balcones, terrazas, puertas de calle o donde sea para lanzar cubos llenos en señal de limpieza. Algunos cuentan que en otras épocas se lanzaban además ropas viejas y rotas, cosa de empezar el año renovado y limpio. Si bien este ritual dura unos minutos, algunos continúan hasta entrado el año gastando bromas a cuantos pasan.

Es sabido entonces que, cuando se acerca el horario de las 12 de la noche, los cubanos no salen de sus casas por miedo a que los mojen, y si se encuentran en la calle, el resguardo es lo mejor para no ser recibidos en el año nuevo a ritmo de «cubazos».

Las fiestas cubanas son motivo de reunión; revisten por lo general un carácter familiar, aunque en las localidades rurales el disfrute colectivo tiene su espacio en la organización de juegos diversos y competencias. Para los que prefieren pasarla juntos, la rumba se suele tocar de madrugada y hasta la espera del alba.

La última noche del año tiene siempre algo de mágico y se presta a toda clase de conjuros que, aunque tienen diferentes manifestaciones, persiguen la prosperidad y la buena suerte en el siguiente año.

Estos y muchos otros rituales son practicados por millones de personas en el mundo. Los cubanos no están lejos de ellos. Ciertos o no, cada vez cobran más fuerza y año tras año captan más adeptos. Envuelven el festejo y se realizan movidos por una enorme esperanza de mejorar en el plano amoroso, familiar, laboral y económico.

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