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La mayor exclusiva... que nunca se publicó

Carlos Salas

El periodista norteamericano Edward Knoblaugh habló en mayo de 1936 con el político José María Gil Robles, que le dijo la fecha en que iba a producirse la rebelión militar de Franco. Pero el periodista nunca publicó esta inmensa exclusiva porque prometió mantener el 'off the record', la confidencialidad. Esta es la historia de aquel scoop que no vio la luz a tiempo. A finales del mes de mayo de 1936, Edward Knoblaugh llevaba ya cuatro años en España sin tomarse unas holgadas vacaciones. El corresponsal de la poderosa agencia norteamericana Associated Press era uno de los más respetados profesionales acreditados en España. Había escrito diariamente crónicas sobre un país sometido a una agitación social y política permanente.

Pero además, este corresponsal había entrevistado a Julián Besteiro, dirigente moderado del PSOE que le auguró "días tormentosos"; a José Antonio Primo de Rivera, líder de la Falange; a Francisco Largo Caballero, dirigente de UGT y del PSOE que le dijo en la cárcel que su meta era "una unión de Repúblicas Ibéricas Soviéticas"; y por supuesto, a José María Gil Robles, jefe del partido conservador Acción Popular, el cual se integró en la coalición CEDA. (en la foto, a la izquierda está Knoblaugh con su cuaderno de notas).

A finales de aquel mes de mayo, Knoblaugh se dirigió a las oficinas de Acción Popular en la calle Serrano "muy cerca de nuestra oficina". Tras subir las escaleras de mármol, se dirigió directamente al despacho de Gil Robles en el segundo piso.

Knoblaugh se había hecho bastante amigo de Gil Robles cuando éste (periodista y político) había dirigido el Ministerio de la Guerra, y cuando abandonó ese ministerio, Robles le había confesado en alguno de esos encuentros que "los comunistas y anarquistas planean derrocar la República", pero que sus partidarios conservadores "no pasarán por ello. Antes tomarán cartas en el asunto".

Como "tomar cartas en el asunto" significa en todos los idiomas algo parecido a "rebelión", "golpe de Estado", o "levantamiento", Knoblaugh esperaba que Gil Robles le dijera más o menos qué fecha sería buena para cuadrar así sus vacaciones y no perderse ningún levantamiento.

Y esta fue la conversación, según Knoblaugh.

KNOBLAUGH: ¿Se proponen un golpe del estado militar, quizá encabezado por el general Franco, su antiguo colaborador?  

GIL ROBLES: Francisco Franco no es el hombre que se ha desginado... Se le ha propuesto, eso es verdad, pero él lo ha rechazado diciendo que ni toda el agua  que lleva el Manzanares podría borrar la mancha de llevar a cabo un acto semejante.

KNOBLAUGH: ¿Pues quién entonces?

GIL ROBLES: Actualmente no tenemos a nadie a la vista lo suficientemente fuerte para cumplir esta misión. Pero ya surgirá alguien. Lo que no sé es cuándo.

[Y ahora viene lo mejor]

KNOBLAUGH: Quiero saber si me puedo arriesgar a tomarme unas vacaciones en mi país este verano.

GIL ROBLES. ¿Qué le hace pensar que pueda ser arriesgado? 

KNOBLAUGH: Seamos francos. Presiento algo en el aire... Qué, no lo sé con exactitud. Pero es importante para mí saber si sucederá pronto, y no me refiero a aquello que hablamos en otra ocasión. Puede usted tener confianza en mí.

GIL ROBLES: ¿Cuándo pensaba usted marcharse de vacaciones?

KNOBLAUGH: Había calculado que a mediados de agosto.

GIL ROBLES: Más vale que deje sus vacaciones hasta el verano que viene, amigo mío.

KNOBLAUGH: ¿Podría irme antes, pongamos en julio?

GIL ROBLES: ¿A primeros de julio, tan a primeros que pueda estar de vuelta antes de mediados de agosto?

KNOBLAUGH: Sí, señor. Estaré de vuelta para entonces. Esté seguro de ello. Adiós y muchas, muchísimas gracias.

El norteamericano salió del despacho del político mordiendo la frase que todos los periodistas pronuncian para sí mismos en esas ocasiones. ¡Lo tengo!

Antes de que terminase de bajar la escalera sintió unos pasos nerviosos detrás y al volverse se encontró con la cara de Gil Robles. "Le he contado esto porque creo que puedo confiar en usted. ¿Es así?", le dijo el político.
"Ni una palabra", respondió Knoblaugh. Y salió a la calle.

Tenía la mayor exclusiva de la historia de España, nada menos que la confirmación de que iba a producirse una rebelión militar para el verano y que sería seguramente el principio de una guerra civil de dimensiones desconocidas. Por exclusivas menos interesantes los periodistas han llamado a sus redacciones centrales para gritar: ¡tengo el scoop del siglo!

El problema era que desgraciadamente Knoblaugh había dado su palabra.

Días después, a mediados de julio, Knoblaugh zarpaba en un barco con destino a Nueva York. Día de llegada: 17 de julio.
Estando un día desayunando se le acercó un maderero de Oregón:

"¿Ha visto usted el periódico del barco esta mañana?".
"Todavía no", contestó el periodista.
"Han ocurrido cosas graves en España", le dijo. "Asesinaron a un hombre que se llama Calvo no sé cuántos".

Knoblaugh se dio cuenta de que sus vacaciones se habían ido al traste.
El maderero le preguntó por qué.

"Esta puede ser la chispa que haga saltar todo".

Knoblaugh volvió inmediatamente a España y permaneció casi todo el tiempo en Madrid. Un año y medio después fue invitado por el gobierno de la República a abandonar el país y escribió su libro que hoy puede encontrarse con el título de "¡Ultima hora: guerra en España!" (Editorial Altera).

Allí explica que tenía la noticia del siglo, pero nunca se enteraron en su agencia de noticias porque había dado su palabra de que no saldría de su boca.

La guerra estalló el 18 de julio. Knoblaugh no se habría equivocado si al finales de mayo, cuando obtuvo la exclusiva, hubiera enviado una crónica diciendo que "los militares planean una rebelión el próximo verano". La guerra estalló un poco antes de lo que previno Gil Robles, sí, pero al final estalló aquel verano.

(Fuente: lainformacion.com)

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