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Eloisa Álvarez Guedes: INOLVIDABLE

Eloisa Álvarez Guedes:  INOLVIDABLE

Sencillez y maestría definen el paso por nuestras artes escénicas de la popular actriz Eloísa Álvarez Guedes, una mujer que dejó una huella imborrable a su paso por la radio, la televisión, el cine y teatro cubanos.

El siete de octubre del 2000, no podía ser más plácida y llena de luz la tarde, en un Cojímar que vistió de cumpleaños para celebrar el aniversario ochenta y cuatro de quien está en el recuerdo inconmovible, que una voz trajo al presente en el recuento.

Allí, ante ese poblado ultramarino al Este de la capital cubana, que la vio ir y venir durante años con la sonrisa a flor de labios, se confundieron amigas y amigos del barrio y del mundo artístico. Era una tarde de homenaje a Eloisa Álvarez Guedes, quién al partir, dejó una profunda huella en la cultura nacional y en nuestros corazones.

 

Así la sintetizó, con emoción contenida, uno de nuestros más grandes poetas-repentistas de todos los tiempos, Adolfo Alfonso.

 

No sé de forma precisa

que vocablo utilizar

para en décimas honrar

la memoria de Eloísa.

 

La de la ingenua sonrisa

y la mirada feliz

y no sé por el matiz

de su condición genuina

si era actriz campesina

o la campesina actriz.

 

Alcanzó por la razón

de su gracia natural

un elevado sitial

en radio y televisión.

 

En cada presentación

llenó el cofre de la brisa

y para ver su sonrisa

deja una paloma hermosa

cada mañana una rosa

en la tumba de Eloísa.

 

Entre sus recuerdos, también Adolfo Alfonso evocó uno muy especial, que lo vinculó a Eloisa Álvarez.

 

"En una de las giras que hicimos por Angola, Justo Vega se enfermó y tuvo que regresar. Como Eloísa estaba con nosotros se me ocurrió escribirle las décimas para que ella sustituyera a Justo e hiciera la controversia conmigo.“

 

Y después, ¿en Cuba hicieron algo parecido?

 

"Nunca más hicimos eso. Aquello fue ocasional por la circunstancia que se presentó. No creas, tuve que rogarle a Eloísa, porque ella no quería, pero al fin la convencí. Tenía una memoria privilegiada para aprenderse con rapidez las décimas. La gente allí lo agradeció y disfrutó muchísimo. Sin lugar a dudas, Eloísa tiene entre sus cualidades, que son muchas, la de haber sido una gran artista. Aparte de la amistad que nos unía sentí siempre una simpatía inmensa por ella. Una persona exquisita en toda la extensión de la palabra. Creo que todos los homenajes que se le hagan son pocos todavía para lo que ella hizo por este pueblo y por el arte.”

 

De origen campesino, el camino que recorrió Eloisa Álvarez Guedes para llegar a la cúspide del arte dramático en Cuba, fue muy difícil. Había nacido en Unión de Reyes, en la provincia de Matanzas. Creció y se formó al lado de sus hermanos en una finquita situada a escasos dos kilómetros de la Ciénaga de Zapata. Allí sintió el llamado al mundo fascinante del arte. Desde pequeña cantaba, bailaba, recitaba... leía las décimas que escribía su mamá.

 

Comenzó su vida artística en la capital del país a finales de la década de los años cuarenta del pasado siglo, primero de forma voluntaria en la Cadena Roja, hasta incursionar en 1953, como profesional en la radio y la televisión nacionales, de forma simultánea, interpretando papeles dramáticos, pero sobre todo, en los humorismos. ¿Quién no recuerda su célebre Simplisia?.

 

Enrique Núñez Rodríguez, Premio Nacional de Radio y de Humorismo, al recordarla, me dijo:

 

"Si pudiera personificar en algún nombre mi extraordinario cariño y veneración, ese sería el de Eloísa Álvarez Guedes. Fue un personaje de mis seriales muy querido. Fue una mujer excepcional, de una modestia exquisita y un decoro, y una decencia personal que resulta inolvidable.”

 

Y nuestra María de los Ángeles Santana, Premio Nacional de Teatro y de Televisión, al evocar al histórico programa San Nicolás del Peladero (1), la trae al presente, para decir:

 

"Eloisa Álvarez Guedes merece un capítulo aparte, fue un ser humano extraordinario que pasó por la vida dejando huellas. Fue la reina, la que tenía el manejo exacto de lo que era el humorismo. Ese humorismo tan difícil de hacer que es el de la guajira. El otro, el callejero, el humorismo de ciudad, tiene muchos recursos, pero la guajira, sin caer en el ridículo y sin menospreciar lo que significa el guajiro, tuvo en Eloisa la expresión que dignificó y enriqueció toda una clase".

 

"Era inigualable, eso no lo pudo hacer nadie. Fue una persona que era amiga y compañera de escena. Sabía situarse en su sitio, no tenía necesidad, por supuesto, de arrebatarle a nadie nada, porque Eloisa salía y no hacía más que abrir la boca y ya se había adueñado de todo un público. Eloisa era muy auténtica, no recurría a cosas refritas, manidas.”

 

Ese ser maravilloso fue mi amiga, lo que considero un gran privilegio. Cuando se conversaba con ella no transcurría el tiempo. Y algo que siempre me decía:  La gente me reconoce por las situaciones humorísticas y efectivamente yo amo profundamente a los personajes que he interpretado, en primer lugar a Simplisia. Pero si de preferencia se trata preferiría las situaciones dramáticas. Porque prefiero hacer llorar más que hacer reír.

 

Cubana de recia raigambre disfrutaba su Simplisia. ¿Por qué, le pregunté?

 

"Es una guajira cubana, noble, honesta, muy sana, pero fuerte de carácter, que proviene de una familia de pobreza extrema, pero sabe valorar el cambio revolucionario y ha marchado al ritmo de la nueva sociedad y lucha porque sus hijos salgan adelante en la educación y puedan tener un futuro que ella no tuvo. Simplisia hace reír, pero es muy dramática porque su vida ha sido de privaciones y ella misma sólo aprendió a leer y escribir siendo ya una mujer.”

 

Para Eloísa la actuación no tenía secretos, sin embargo, todavía en su edad madura era muy disciplinada con el estudio de sus personajes y sobre todo leía mucha literatura cubana y universal, se interesaba por la música, las artes plásticas... y sobre las fuentes de conocimiento general, porque ella decía:

 

- Buen actor o buena actriz, no sólo se logra con una buena voz y correcta actuación. Yo no concibo a un profesional de la palabra, que se sitúe ante un micrófono o una cámara y no esté bien informado sobre el país y el mundo en que vivimos.

 

NOTAS

 

(1)  San Nicolás del Peladero, un clásico del humor televisivo que durante años hizo las delicias de los espectadores, representó durante décadas los usos y costumbres de épocas pasadas.

 

FUENTE:  Josefa Bracero Torres.  Portal de la Radio Cubana.  Sección En la memoria radial.   www.radiocubana.cu

 

 

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