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“Saludos, Gise”. “Sí, saludos”. Adiós eterno a Gisela Bell Heredia

“Saludos, Gise”.  “Sí, saludos”.  Adiós eterno a Gisela Bell Heredia

A Gisela Bell Heredia, empecé a admirarla a través del Exclusivo de Rebelde.  Me gustaba su forma de saludar a César Arredondo; a tal punto que luego, cuando salió del aire ese noticiario, tomé para mí su “Sí, saludos…”, forma con la que ella respondía el “Saludos, Gise” del conductor.

Más tarde tuve el placer de conocerla en un encuentro nacional de corresponsales de Radio Rebelde, su emisora, celebrado en Granma, al que asistí en sustitución de Minoska  Cadalso, quien daba cobertura por aquellos días a un recorrido de Fidel.

Para sorpresa mía, Gisela me comentó sobre mis colaboraciones;  hablamos de temas profesionales y de otros asuntos del momento.  Siempre conversábamos sobre el Exclusivo, de su lamentable pérdida, y me mortificaba diciéndome que me fuera para La Habana, pues a lo mejor algún día ese espacio volvía al aire y podía ser parte de su equipo. 

En lo adelante, cuando coincidíamos en alguna cobertura nacional en La Habana o en Villa Clara, confraternizábamos  con cariño y respeto, pues eso inspiraba ella.

Afable y sincera, nunca la vi en pose de reportera de “primer nivel” ni de periodista de grandes acontecimientos.  Mas, realmente, ella tenía un estilo muy personal a la hora de escribir y comunicar sus reportes desde el Palacio de las Convenciones o el aeropuerto.  Era segura y el  oyente podía percatarse de que Gisela dominaba el asunto del que estaba hablando, lo cual en Radio es vital.

Cuando supe de su enfermedad lo lamenté muchísimo, pero me admiró verla firme de carácter, con la amabilidad y elegancia habituales.  Decidida a dar la pelea y mantenerse al pie del micrófono hasta el último momento.

En 2008, en Las Tunas, durante la entrega de los Premios Nacionales de Periodismo, nos hicimos juntos una foto, que luego nunca apareció.  La repetimos luego durante un Comité Nacional de la UPEC, y tampoco la pude recuperar.  Cosas de la vida.  Pero hoy me duele no tener conmigo ese recuerdo de la Gise.

Sin embargo, me quedan el honor y el placer de haberla conocido.  Y por supuesto, siempre voy a recordar aquel momento simpático y jovial en que César, con su voz de oro, le decía:  “Saludos, Gise”.  Y ella respondía con su voz joven, a pesar de los años,:  “Sí, saludos”.

1 comentario

ydbell -

gracias aunque ya han pasado algunos años por estas palabras de cariño para mi tía, así era ella gracias de todo corazón