La Radio: un asunto de corazón
En el 2007 la radio en Cuba cumplirá 85 años de vida útil y trascendente. Un ilustre camagüeyano Luis Casas Romero (1882-1950), soldado mambí, reconocido músico, compositor y director de orquesta, devino en el pionero de nuestra radio. La maravilla ocurriría en agosto de 1922 al operar una planta de radio con una programación sistemática y estable. 85 años después suman 89 emisoras de este importantísimo medio de comunicación masiva diseminadas a lo largo y ancho del territorio cubano, incluyendo aquí las de cobertura nacional, provincial y municipal y la emisora internacional Radio Habana Cuba.
La radio tiene el encanto y la magia de un sonido para ver. Esta es una verdad establecida en Cuba que acumula una extraordinaria experiencia a la que habría que adicionar el haber sido uno de los primeros países de América Latina en disponer de este excepcional medio de comunicación.
En la etapa comercializada de la radio (1930-1940), como la ha designado el investigador y actor Oscar Luís López, ya se comenzaron a dar los primeros pasos en programadas dramatizados de una manera más habitual. Fue el momento (1930-1931) en que “Chelín, bebita y el enanito Coliflor”, serie infantil de Félix B, Cainet (publicada anteriormente en un periódico santiaguero) es llevada a la radio por este extraordinario escritor, poeta y compositor musical, narrando e interpretando todos sus personajes, Era el inicio de la narrativa infantil en la radio cubana.
A lo largo de la propia década del treinta del siglo XX se van a consolidar propuestas dramatizadas a través de radioteatros, que año tras año venían ganando espacios, la aparición del primer Chan Li Po (1934) hasta el inicio de la novela radial, como serial, en 1938.Los veinte años siguientes se estabiliza el diseño de novelas radiales que alcanzaron niveles de audiencias enormes. De esa etapa la notable escritora radial Iris Dávila, en su trabajo titulado “En torno al serial” señaló y cito : La frontera de novelas radiales de los años 40 y 50- en verdad una fronda por no decir un bulto- echó a andar los defectos del folletín, en diverso grado, claro está, y tuvo, asimismo, la virtud de atraer al pueblo ávido de recreaciones literarias accesibles.
Por otra parte, es apropiado señalar que aquella intensa programación dramatizada, en su conjunto, tuvo rasgos positivos y negativos que continúan reclamando un enjuiciamiento objetivo y casuístico de lo que constituyó, sin dudas, todo un fenómeno sociológico de gran fuerza en Cuba.
Con el triunfo revolucionario de enero de 1959 se produce, paulatinamente, un reajuste, en medio de mares embravecidos, no sólo en los seriales sino en toda la programación dramatizada en general a nivel de todo el país, donde se tendría en cuenta la programación musical, informativo, infantil, histórica y la participación inteligente y activa de los oyentes en programas donde ellos interactúan dentro de un sólido cuerpo de todo buen programa radial.
Lo ocurrido en las varias décadas transcurridas después de asumir el poder la Revolución cubana significó, en no pocos casos, el cambio necesario a través de un parto doloroso para emprender caminos imprescindibles en la búsqueda de una adecuada programación que recreara, en el más amplio sentido, a la audiencia radial sino que la elevara a potencialidades culturales más definidas y auténticas sin desdeñar lo mejor de la radio cubana de todos los tiempos.
Los sollozos jaboneros que entretenían y momificaban hábitos, quedaron atrás junto a costumbres y creencias sociales en un rejuego de situaciones y personajes que hacían del llanto un placer efectivo y diario, tan socorrido para muchos oyentes, como el pan nuestro de cada día.
La radio cubana, como sistema de programación al servicio de millones de personas, no es perfecta ni mucho menos. Los que la queremos y ayudamos con nuestra experiencia tratamos de mejorarla día a día. Por suerte somos miles de personas en el país en la lucha diaria por el intento de satisfacer, en el mayor número de renglones posibles de lo que llamaríamos una programación con factura de excelencia, lo que espera recibir el amplio destinatario nacional, más complejo y difícil cada día que pasa si tomamos en cuenta el extraordinario desarrollo cultural que envuelve las posibilidades personales de cada cubano= oyente.
La radio, para suerte de los cubanos, ha tenido la posibilidad de contar entre sus realizadores con eminentes personalidades de la cultura cubana. Esto ha enriquecido notablemente su propio desarrollo como medio de comunicación cultural en el más amplio sentido del término. Y de entre esos importantes nombres pudiera citarse al más importante novelista del siglo XX cubano: Alejo Carpentier, quien vio en este medio de comunicación una vía especialmente distinta para comunicar arte. El dejó su impronta de excelente realizador en programas, sobre todo de corte histórico, que hicieron época (entre 1939-1945) en la radio cubana. Maestro en el diálogo y en el manejo de la música en función dramatúgica en los libretos dramatizados, su impronta marcó, y sigue marcando para salud de todos, una forma novedosa de hacer el dramatizado histórico que continúa siendo en el presente un camino a seguir y profundizar por la programación de las emisoras, sobre todo nacionales y provinciales, que tributan a esta especialidad, bien difícil y a veces conflictiva propuesta.
La radio ha tenido mujeres y hombres entregados a ella de corazón porque ella misma es asunto de corazón. Recuerdo, por ejemplo, el paso por este medio de una excepcional mujer de nuestras letras: Dora Alonso. Durante muchos años sus novelas radiales cautivaron a miles de oyentes, manteniéndolos en vilo y atentos a cada capítulo. Esa tremenda verdad cultural, y de bien empleadas posibilidades dramatúgicas, ha llegado hasta el presente donde sus obras siguen haciendo de las suyas en espacios de Radio Progreso y la Productora de Programas Dramatizados Radio Arte. La pasión de Dora Alonso por la radio fue entrañable y sincera, trascendental.
Félix Pita Rodríguez incursionó también en esta radio de la cual ahora estamos celebrando su aniversario 85. Siempre le escuché hablar con devoción y deleite de este medio de trabajo cultural. Incluso, en una ocasión, desgraciadamente poco antes de su fallecimiento y envuelto en el humo constante de sus afanes cotidianos, me dijo, la radio como el periodismo nutre y afila al escritor que publica.
Por nuestra radio transitó la llamada “profesora invisible, nuestra Cuca Rivero. Sus enseñanzas a través de sus clases radiales quedaron como memoria cultural en más de una generación. A propósito del tema le hice algunas preguntas que ella contestó. : (Y cito algunos momentos de esa conversación):
- Busquemos su conexión con la Radio Cubana.
- A ella estuve vinculada con un programa titulado Nuestros Líricos. Me fui familiarizando con la técnica radial y los guiones. Para mi estaba claro que las personas se aprendían las canciones de moda escuchando la radio, que repetía una canción una y otra vez. Por eso escuchas que se cantan determinadas canciones según el estilo de los intérpretes de moda. Con esa idea pensé que la radio podía ser el medio que llevara eficazmente el canto a las escuelas primarias. Razoné que las canciones debían estar en la voz de una buena cantante, con dicción clara y fraseo estudiado, utilizando textos de poetas y música de excelentes músicos con acompañamiento en manos de artistas notables. Si reuníamos todos estos factores estaba segura que los niños aprenderían. Desde 1967 conquisté adeptos para mi proyecto, incluyendo a Guzmán.
- ¿Qué aconteció después de ese inicio radial?
- Terminada esa etapa comenzamos con Guzmán las grabaciones y las llevamos a la escuela Felipe Poey, anexa a la universidad. Allí no era yo la que estaba frente a los niños para enseñarles las voces sino la metodología que estaba experimentando y que decía en la grabación: Boca cerrada, escuchar solamente, después agregaba: Decir la letra con el movimiento de los labios pero sin sonido, es decir, ellos empezaban a articular letras y así las fijaban, entonces la oían tres veces, luego se le decía: Cantar pianísimo con la voz guía, y por último se agregaba: Cantar solo con el piano. Cuando ya íbamos por la novena vez cantaban con el piano. Esa metodología, basada en la imitación por repetición sistemática, daba resultado.
- Ese fue el inicio de lo que sería su programa radial La profesora invisible...ahora bien...¿cómo se perfeccionó la idea?.
- Después probamos con mil niños campesinos que estudiaban en la capital de país. En ese experimento las órdenes musicales venían dadas en la propia cinta grabada. Ellos nunca supieron que yo era la que hablaba. Esto me probó que los niños eran capaces de aprender a cantar. A través de este sistema podía dársele educación musical. Hay que decir que la radio tiene un encanto especial, es lo misterioso. Usted es un hombre de Radio y lo sabe muy bien. Para este trabajo se crearon ciertas fórmulas que tenían que ver con la radio. A ese aspecto le llamábamos diálogo entre el piano y la profesora invisible. Ahí es donde nace la profesora invisible, teniendo en el piano a Mario Romeu, como cantante. Berta González y yo, que era la profesora que llevaba la clase. Este programa se transmitió de manera regular por la emisora Radio Rebelde. Se radiaba a las nueve de la mañana y por las plantas locales se repetía a las tres de la tarde. Y agrego que duró 21 años al aire
El maestro del documental cubano, Santiago Álvarez, fue también un hombre de radio. Sobre ese aspecto poco conocido de su vida cultural me comentaba en una entrevista que le hiciera:
¿Qué recuerdos de la infancia se mantienen presentes en usted?
- Yo he sido muy politizado desde pequeño. Mi padre fue anarquista y eso me hizo a mí seleccionar políticamente hechos que iban a marcar mi propia vida. Yo a la edad de 15 años, más o menos, inicié una hora de radio por la CMBN y después por la CMBZ, Radio
Salas, y lo hice como director, con ideas propias. Esa hora se transmitía los domingos de nueve a diez de la mañana y la dividía en cuatro partes: tópicos juveniles, estudiantiles, sexuales y antiimperialistas. Con eso te quiero decir que empecé a través de la Radio a hacer cine. Para mi la radio y el cine son dos cosas muy parecidas.
- ¿Por qué?
- Porque la radio hace pensar a la gente y le crea imágenes para poder entender y emocionarse mejor y eso tú lo sabes bien porque has escrito novelas de radio donde has tenido constantemente que partir de imágenes para llegar a la gente.
Es interesante adentrarnos en la radio desde el punto de vista de un actor como José Antonio Rodríguez a quien la escena nacional le debe momentos de esplendor. Un buen día le propuse un tópico:
- ¿Qué dejó de positivo en su vida profesional la Radio?
- Una flexibilidad tremenda para captar sicologías y formas de decir un personaje.
- ¿Y cómo sería el proceso en un actor que sólo hiciera teatro y se viera de pronto incorporado a la Radio?
- En el teatro el actor necesita más tiempo para asimilar la forma de decir un texto determinado, necesita procesarlo, lo que casi no necesita un actor de Radio. Claro, en todos los medios hay buenos y malos actores. La gente habla de vicios de Teatro y Radio, pero yo no creo en eso. Lo importante es el talento en el actor. Cuando regresé a la Radio, después de una ausencia de veintisiete años, me encontré que había actores que tenían esas voces como inhibidas y sin embargo sentí que podía adaptarme al medio y que las experiencias del teatro las iba a incorporar a la Radio sin grandes dificultades. Sin embargo sentí que podía adaptarme al medio y que las experiencias del teatro las iba a incorporar a la Radio sin grandes dificultades.
- La Radio tiene de Teatro...
- Sí… y además, ¿quién dijo que en la Radio no se puede gritar ni hablar alto? Un actor necesita tener calientes todas las capacidades de sonoridad de su voz. Por eso tiene que ejercitar y desarrollar los resonadores: el occipital, el frontal, el nasal, el bucal y el de laringe y pecho. Con los distintos ejercicios uno mueve la voz hacia un lado y hacia otro. Cuando tú tienes conciencia de dónde y en qué momento estás colocando la voz, entonces no te dañas. Por otra parte es imposible decir “voy a hacer un personaje con esta voz”. Se trata que tengas más sensaciones que conciencia, que toda la vibración que te produce la caja, la cavidad sonora, que es el rostro mismo, te ayude un poco a crear tu personaje y a creer en él, y en la atmósfera que puedes crear contigo mismo.
Serían muchísimos los ejemplos de importantes personalidades de nuestro amplio medio cultural que han tributado sus opiniones profesionales sobre la radio. Sin embargo, las señaladas son precisas y bien elocuentes. Sirva acaso éste muestrario para acercarnos a la importancia del medio, insoslayable en la vida de los cubanos. Vehículo de comunicación que ha llevado instantes supremos de nuestro acontecer político nacional en momentos cumbres de nuestra realidad como nación sirviendo de orientación, información y denuncia en medio de aquella sociedad enajenada que debió derrotar la Revolución cubana. Sólo bastaría señalar la Radio Rebelde, de la Sierra Maestra, para marcar, con hondura propia, otro de los momentos más definitorias del medio.
En estos cuarenta y ocho años de Revolución y bien definida dentro de la Batalla de Ideas, este medio de comunicación masiva por excelencia, que cabe en un bolsillo de la camisa, se multiplica para bien de los cubanos en el más amplio diapasón geográfico de la república. La radiodifusión nacional, un sonido para querer, se mantiene junto a todos porque abre y cierra el día y es el día mismo de todos nosotros. Ella está ahí, a la vuelta del botón, para conectarnos con la realidad de Cuba y el mundo, justamente a la hora que usted lo decida y en el lugar que lo considere más oportuno. La radio es misterio y presencia, asunto, indudablemente, de corazón. Su historia lo demuestra.
Por: Roberto Rodríguez Menéndez
11 de Febrero, 2007
tomado de www.cubarte.cu
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