Alberto Pujol: No habrá más Tabo
Pujol dota a sus personajes de una idiosincrasia en la que imperan la reciedumbre, el carisma y una valentía casi existencialista soportada por una savia humana muy “del arroyo”, que en la isla quiere decir “de la calle”.
A finales de los 70 del siglo XX pasó casi un lustro por la TV de la isla un programa que se llamó Para bailar. De ahí emergieron actores y animadores de la talla de Néstor Jiménez, Cary Ravelo, Carlos Otero, Lily Rentería y Albertico Pujol.
Este último, hijo y sobrino de cantantes dividió su corazón entre la música y la actuación. Trabajó junto a Sergio Correri en el grupo Teatro Escambray. Estudió en la Escuela Nacional de Arte y posteriormente actuó en los filmes Guardafronteras, Sueño Tropical y Los pájaros tirándole a la escopeta, que supuso un Premio de actuación en el Festival de Cine de Cartagena de Indias.
Sin embargo, toda la gloria vendría por la teleserie Su propia guerra, que narraba los trabajos y los días de un agente policial que como Vidoq, el francés, escaló del bajo mundo a un sitio entre los polizontes de la historia de la televisión.
El Tabo, (tal es el nombre del personaje), caló en el pueblo y en la hora de su trasmisión podía sentirse el aletear de las mariposas aflorando de la tierra.
Pujol no para de trabajar y ahora actúa con éxito en el seriado Tras la huella de la televisión cubana, su última hazaña actoral. Solícito y amable respondió al cuestionario de Cubasí.
P:- ¿Por qué ya no hace El Tabo?
-La “muerte” de El Tabo comenzó en la segunda parte de la serie, cuando arrancó el período especial y el personaje que yo encarnaba dejó de cazar delincuentes y criminales y comenzó a detenerse en gente que vendía hamburguesas o chicas descarriadas. El Tabo no era, digamos, un político sino un hombre comprometido que nunca se separó de su familia ni del contexto social en que creció.
"Creo que El Tabo no se corresponde a esta época ni yo físicamente podría asumir eso. El otro día volví a ver la serie después de mucho tiempo y había una escena en la que El Tabo se subía a un camión en marcha, eso ahora ya no puedo hacerlo".
P:- El período especial ha traído formas de corrupción más sofisticadas. ¿El Tabo no podría erigirse en un cazador de estos delincuentes de cuello y corbata?
-El Tabo es un hombre muy primario e instintivo y el delito de hoy en día está digitalizado. Verdaderamente no lo veo de empresario o cazador de empresarios corruptos.
"En todo caso jugaría un papel de estratega, por su sentido común, la astucia y una inteligencia natural.
"Quiero decirle que El Tabo (la serie) ha sido la de más rating después del triunfo de la Revolución, incluso por encima de En silencio ha tenido que ser".
P:- ¿Cómo combina su carrera actoral con la musical?
-Donde me siento verdaderamente libre es en la música. No soy músico de academia sino de corazón. Llegué a experimentar hasta con la secuencia y me sentí bien.
P:- ¿Tiene prejuicios de hacer un rol de homosexual?
-Los cobardes no son los actores, sino los directores. Sería un orgullo para mí hacer un papel diferente. Que me hayan encasillado no es mi culpa. Sin embargo me queda aquello de que he interpretado a diversos personajes en la imaginación.
"Quizás físicamente esté limitado. La gente llega a estigmatizarte cuando no cumples los cánones físicos y yo tengo pocas posibilidades de bajar de peso".
-¿Qué personaje real le gustaría interpretar?
-A Beethoven. Me fascina su conflicto con la sordera. Él le quitó las patas al piano para poder oír su música. A mí me conmueve mucho su música sobre todo las Apassionattas, la quinta y la novena sinfonías. Con esos bríos de él me identifico.
"También me habría gustado hacer el Cheíto León que distinguió a Reynaldo Miravalles, o los personajes de Germán Pinelli y Vicente Revuelta en Los sobrevivientes, de Titón o el Lenin, de Mario Balmaseda".
P:- ¿Cómo recuerda pasado el tiempo a Los pájaros tirándole a la escopeta?
-Estaba ahí muy flaco. No me cambio por el hombre que soy hoy (sonríe). Esa película me trajo muchas alegrías, fui el primer actor joven (23 años) que ganó el India Catalina.
P:- ¿Qué puede decir de su estancia larga en Colombia?
-La televisión colombiana es seria. Posee una alta producción porque se trata de un país muy grande y de grandes recursos.
"Allí hice diez novelas y el personaje de mi vida: Rito Perilla, de la serie La Momposina, que significó otra nominación para el India Catalina".
P:- ¿Por qué no hace más animación?
-Ya no tengo el interés. En todo caso me gustaría hacer animación bajo mi criterio y sin hacer concesiones. Sigo en contra de que los programas musicales se hagan en el estudio 10 y no en el Focsa, por ejemplo, donde hay un espacio más grande para emplear coreografías y otros recursos.
P:- ¿Le gustaría ponerse detrás de una cámara?
-Quisiera, pero el problema estriba en que no existe el mecanismo y en todo caso te exigen que pases por ser asistente de dirección. Pero mi interés no es dirigir mediante la técnica, sino dirigir actores. En esto no hay nada de petulancia.
P:- ¿Qué puede decir de Tras la huella, el serial que ahora rompe audiencias?
-Después de tres años ha ganado espacio por su frecuencia, la gente la espera. Se trata de una teleserie que no tiene héroes, en todo caso si existe uno es la ciencia criminal. Posee un sentido didáctico.
"En el Tabo (Su propia Guerra) estaban las actuaciones, aquí más bien las conductas. El cómo no se ve jamás. Pero creo que le falta un hilo común que une a delincuentes y policias, que es la cubanidad. Eso es lo que extraño de esa serie".
Fuente: CubaSí
Por: Jorge Smith Mesa
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