Baracoa: 500 años, pero cada día más joven (+Fotos y Video)
Por Jorge Legañoa Alonso. Fotos: Roberto Suárez, Jorge Legañoa y Sheyla Valladares
Cuentan en esta tierra de tradiciones y leyendas, que le llamaron “Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa” hace 500 años. Pero lo que a fuerza de pólvora, látigo y sangre los conquistadores quisieron imponer, no perduró en el tiempo. Aquella voz aborigen que gritaban los nativos: “Baracoa… Baracoa” ha llegado hasta nuestros días como el nombre de esta ciudad: la primada de Cuba.
Fundada el 15 de agosto de 1511 por Diego Velázquez, la historia de la primera capital y obispado de la mayor de las Antillas, comienza con la llegada de Cristóbal Colón, el 27 de noviembre de 1492.
Sin embargo, llena de historia como está, su mayor tesoro es su gente, mezcla de aquellos habitantes de antaño pero con algo que los hace excepcionales: los baracoesos aman este pedazo de tierra que mira al Caribe y en cada palabra lo reafirman.
Para los ojos de quien descubre por primera vez estos parajes de Cuba, la belleza de la naturaleza y el alma marinera de su pueblo es un festín de cultura y tradiciones. Aquí perduran, tras siglos de historia, platos típicos como el bacán, el cucurucho de coco y bailes como el Kiribá y el Nengón.
Su nombre, de origen Arauco, significa existencia del mar y es difícil caminar por el malecón y verlo solitario. Los habitantes de esta urbe tienen una relación especial con ese mar: si ayer les arrancó con furia un pedazo de esfuerzo, mañana vienen con todo y lo dejan como nuevo.
Aquí se va al malecón a bañarse de aire puro y a compartir los días y sus noches, no importa que el sol raje las piedras o que sea bien entrada la madrugada. Largo y serpenteante, el malecón también es parte de los festejos por los 500 de Baracoa.
Llegamos a sus primeras cinco centurias y aún mantiene su trazado urbano original y arquitectura típica de madera, por estos días repasada por manos bondadosas que le devuelven el brillo de antaño. Las calles han sido en las últimas semanas un hervidero de gente envuelta entre ladrillos y cemento, dejando a esta vieja amiga con cara de joven coqueta.
La “primada de Cuba”, además de la belleza inigualable que descubriera Colón, tiene la rara hermosura de una urbe añeja, de calles angostas, ubicada entre montañas, ríos y exuberante vegetación, llena de la religiosidad de los santos católicos y el sincretismo de las deidades aborígenes y afrocubanas.
A ritmo de conga, bullanguera, orgullosa de sus raíces, Baracoa cumple 500 años. La más pequeña de las villas fundadas por los españoles, pero la primera de todas, nos regala el calor de su gente; la frescura de sus innumerables ríos: Toa, Miel, Duaba…; la imagen del imponente Yunque, la silueta a lo lejos de “La Bella Durmiente”, esa montaña con forma de mujer; las fortificaciones centenarias y una historia rica en legados: la bravura de Hatuey y Guamá, el desafío de Maceo y las enseñanzas de las guerras de independencia.
Así es Baracoa en sus 500 años: añeja como el mejor de los rones, llena de una juventud y alegría contagiosa para los de aquí y de allá. Suenan los tambores de la conga y la calle se colma. Van “arrollando” hasta los menos bailadores. No se puede dejar pasar la oportunidad. También nos sumamos los periodistas de “afuera”. Dejamos de ser de aquí o de allá para ser baracoesos.
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