Radiografía de un oligarca
 
								
				
				¿Quién es el candidato de los yankis y de la derecha venezolana para los comicios presidenciales del próximo 7 de octubre?
  FÉLIX LÓPEZ Hace unos años la periodista Maripili Hernández, integrante del  			equipo de campaña que llevó a Hugo Chávez a su primera presidencia,  			nos develó en una entrevista (*) el misterio de esa conexión  			umbilical que existe entre el líder bolivariano y su pueblo: "Se  			conoce a Venezuela porque la ha zapateado centímetro a centímetro,  			conoce sus olores porque la ha olido, conoce su sabor porque ha  			probado la comida de sus mujeres humildes y ha sentido en su piel  			los mismos sufrimientos de la gente".   Lo recordamos ahora, porque esa realidad sigue siendo el  			principal punto de contraste y ruptura con el candidato opositor que  			enfrentará el próximo 7 de octubre: Chávez, sin duda, está hecho del  			mismo barro de su pueblo; y su contendiente, Enrique Capriles  			Radonski (ECR), tiene el inobjetable pedigrí del oligarca nacido en  			cuna de oro, educado para no traicionar los intereses de su clase,  			del elegido de los grupos empresariales, que ahora usa el ardid de  			"conductor del autobús del progreso", para maquillar su pertenencia  			a una derecha radical, violenta y fascista. Desde ahora y hasta octubre, afamados publicistas y asesores  			contratados por los grupos empresariales venezolanos —y secundados  			por la concertación mediática— se esmerarán en venderlo como una  			suerte de Robin Hood, de joven y vigoroso político que sepulta a los  			desprestigiados partidos políticos de la oligarquía venezolana, del  			mago que obra el milagro de borrar las diferencias entre "chavistas"  			y "escuálidos", porque "todos son iguales y "todos pueden ser  			millonarios"¼ Por suerte, existe la  			historia y la memoria para desmontar la falacia y la mitología. PEDIGRÍ DE OLIGARCA ¿Quién es el verdadero ECR? El "humilde" candidato nació en el  			seno de dos familias poderosas: los Capriles (descendientes de  			holandeses), propietarios de un emporio mediático, industrial e  			inmobiliario a nivel nacional, dueños de la Cadena Capriles (que  			reúne a los medios de comunicación Últimas Noticias, El Mundo,  			Líder, Urbe, Urbe Bikini, Dominical, Multicolor, entre otras  			compañías); y los Radonski (provenientes de una familia  			ruso-polaca), que abrió su primera sala de cine en Puerto la Cruz en  			1937 y hoy es dueña del Circuito Nacional de Exhibidores (Cinex),  			que reúne en una sola empresa a los principales cines del país.   ECR, el vástago, comenzó a incursionar en la política en 1998. No  			hace falta explicar cómo el soporte familiar, con grandes  			inversiones en bancos y medios de comunicación, lo catapultaron a  			una alcaldía y una gobernación en el este rico y antichavista de  			Caracas. Su "heroico" currículo acumula varios procesos, pero la  			causa más grave data de abril del 2002, cuando el entonces alcalde  			de Baruta, la zona donde está la embajada de Cuba en Venezuela, no  			ejerció su autoridad frente a la horda fascista que asedió la  			delegación diplomática; pero sí participó en la ominosa detención  			del entonces ministro de Interior y Justicia, Ramón Rodríguez Chacín,  			a quien violaron todos sus derechos humanos y ciudadanos. Eran los  			días del golpe oligárquico de Pedro Carmona Estanga (El Breve),  			Fedecámaras y los gobiernos ingerencistas de Bush y Aznar. El  			candidato de los gringos.
El  			candidato de los gringos. Abril  			del 2002: Capriles Radonski salta el muro de la embajada cubana,  			para “dialogar” en representación de la horda gusano-fascista.
Abril  			del 2002: Capriles Radonski salta el muro de la embajada cubana,  			para “dialogar” en representación de la horda gusano-fascista.
VESTIDO DE CAPERUCITA ROJA...
   Sobra razón a la colega Carmen Lara cuando insiste a sus  			compatriotas en que "ya Venezuela le dio a la humanidad la cuota de  			sangre que le correspondía, y ahora le toca dar su cuota de  			inteligencia, creatividad, coherencia, dedicación y amor para poder  			sostener al proceso bolivariano". Esa reflexión incluye la necesidad  			del olfato popular para no dejarse manipular, encantar o engañar ni  			por el falso discurso de ECR ni por la más envolvente de las  			campañas políticas. Si algo le sobra al candidato de la oposición venezolana es  			pantalla: las chicas (TV) y las grandes (cines). Desde ellas, truco  			y photoshop mediante, ha venido asumiendo el rol del lobo disfrazado  			de caperucita. Recordemos aquella campaña electoral por la  			gobernación del estado de Miranda, cuando ECR se dio un "baño de  			pueblo", apareciendo en los carteles electorales abrazado con los  			negros y las negras a los que su clase tanto desprecia. Ahora, el  			lobo retoma la máscara y habla de concordia, progreso, igualdad y  			amor. No se sonroja para decir que es progresista, que quiere ser  			"como el Lula de los venezolanos" y posa desde la izquierda,  			mientras dice (dedos cruzados) que no privatizará PDVSA, que hará  			más eficientes las misiones sociales y que no perseguirá a los  			chavistas. El disfraz de Caperucita Roja también le está sirviendo para una  			operación de limpieza e imagen a la oligarquía: presentar la  			victoria de ECR en las primarias opositoras como una derrota para AD  			y COPEI, los dos dinosaurios de la política tradicional venezolana.  			¡Mucho cuidado con dar crédito a esa teoría! ECR, lejos de  			representar algo nuevo, es el resumen, la creación y la continuidad,  			en nuevo rostro, de esos desprestigiados partidos, que mal  			gobernaron, saquearon e hipotecaron el futuro del pueblo. Solo que  			ahora, la oligarquía pretende apropiarse de otros símbolos para  			confundir a los revolucionarios. Hasta el 7 de octubre, sin duda alguna, veremos a ECR adorando a  			Bolívar, vistiendo alguna camisa roja, haciendo promesas falsas por  			los barrios, y hasta uno que otro guiño a los médicos venezolanos y  			cubanos que todos los días salvan vidas en los cerros, en las selvas  			y en los llanos del país. HUELE A ESTRATEGIA GRINGA Poco antes de lanzar su candidatura a las primarias de la  			oposición, ECR fue denunciado por Wikileaks como un colaborador de  			la embajada norteamericana en Caracas. También por esa fecha el  			ministro de Petróleo, Rafael Ramírez, declaró que el país contaba  			con reservas petroleras certificadas por 297 mil millones de  			barriles, marca que dejó en segundo lugar a Arabia Saudita y que  			permitió a Chávez asegurar que "Venezuela tiene petróleo para 200  			años". Los gringos quieren ese petróleo y solo un "presidente" como  			ECR se lo pondría en bandeja de plata. En esta ocasión el "consenso" entre los grupos económicos de  			poder y la diplomacia gringa ocurrió antes de las elecciones  			primarias de la oposición. Los asesores de ECR, obviamente, le han  			dado instrucciones fundamentales: ocultar todo vínculo con las  			transnacionales y distanciarse de los golpistas del 11 de abril;  			echarle tierra a su militancia en la secta Tradición, Familia y  			Propiedad, y en la dirección del partido fascista Primero Justicia;  			negar su responsabilidad en todo acto violento asociado a los  			golpistas y asumir oportunistamente algunas políticas del Gobierno  			bolivariano que gozan de aceptación en la población. Por otra parte, los asesores tratan de mantenerlo alejado de lo  			que es su zona de muerte como candidato: la confrontación de ideas  			con el presidente Chávez. ECR ha repetido algo que está muy bien  			definido en el guion de su campaña: "Yo no me voy a desgastar en  			peleas estériles con Chávez". La verdad es que sabe que no podrá  			igualarse al conocimiento histórico y las sólidas ideas bolivarianas  			y revolucionarias de Chávez. Para disimular esa carencia insalvable,  			ECR seguirá manejando un discurso simbólico ajeno a la realidad  			nacional, repitiendo como loro que es el conductor del "autobús del  			progreso", una fábula enana ante un Chávez que se subió tres lustros  			antes que él a la locomotora de la Historia. Con la campaña llega la hora de la verdad para ECR. ¿Cómo hará  			este exponente de los yuppies (young urban professionals)  			para demostrar que la familia de los Pedro Pérez que viven en el  			cerro de Petare es igual a la familia Zuluaga que vive en el Country  			Club? ¿Cómo le va a demostrar a la gente de los barrios que de ser  			presidente no va a reinstaurar en el país la "democracia" regida por  			la clase capitalista empresarial, servil a los gringos y explotadora  			del pueblo? ¿Quién le creerá el cuento de que no privatizará PDVSA,  			la empresa que hoy paga una incomparable inversión social en función  			del pueblo? Yo creo que los asesores de ECR están metidos en un gran  			problema. Por eso andan tan desesperados poniéndole velas a la  			muerte y financiando a esos periodistas (de adentro y de afuera) que  			se han especializado en escribir sobre la salud de Chávez y llenan  			los telediarios y primeras planas con certificados de defunción cada  			semana. A esta altura ya han desembolsado muchísima plata y las  			cuentas no dan: la popularidad de Chávez sigue subiendo en las  			encuestas elaboradas por los dos bandos, y más que eso están las  			matemáticas electorales: el piso de la derecha ronda los cuatro  			millones de votos, muy por debajo de los 7,3 millones que captó  			Chávez en su reelección. El 7 de octubre próximo volverá a ser un día histórico en  			Venezuela. El día del enfrentamiento entre el humilde y valeroso  			pueblo de Bolívar, con Chávez al frente, y la oligarquía consumista  			y pitiyanki, con Enrique Capriles Radonski al timón del "autobús del  			fracaso".
(*) Documental Presidente Pueblo, Caracas, 2006
TOMADO DE GRANMA
http://www.granma.co.cu/2012/03/16/interna/artic03.html
 
       
		
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