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#DDHHCuba #Cuba: Solidaridad sin Fronteras

CubaHoy

La Revolución triunfante de 1959 enseñó que la solidaridad era parte indiscutible de su esencia. El terremoto de Mayo de 1960 en Chile fue solo el punto de partida. Poco después vendría la salida de la primera brigada médica hacia Argelia en 1963, la participación en las luchas independentistas de los países africanos y tras el creciente número de solicitudes llegadas desde países del tercer mundo, la atención a cientos de miles de personas, fundamentalmente en África.

En 1998, la Isla, brinda ayuda a los miles de afectados por los huracanes que arrasaron Centroamérica, abarcando casi todos los países del área y pone en práctica el  Programa Integral de Salud (PIS) que más tarde se extiende al continente africano y por iniciativa del Comandante en Jefe Fidel Castro, surge la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) y facultades en varios países.

Después, vendrían el programa Barrio Adentro en Venezuela, el inicio de la Operación Milagro en Cuba y 27 países de América latina y el Caribe, la formación de especialistas en Medicina Integral Comunitaria  y la creación del contingente “Henry Reeve” con médicos especializados en el enfrentamiento a desastres y grandes epidemias, el estudio integral de personas con discapacidad, desarrollado y ejecutado por especialistas cubanos en los países miembros del ALBA y la labor realizada en la hermana nación haitiana tras el terremoto de 2010.

En los últimos 13 años los colaboradores cubanos de la salud han atendido anualmente más de 71 millones de personas; realizaron más de 6 millones de operaciones quirúrgicas, casi dos millones de partos, más de 11 millones de seres han sido inmunizadas contra seis enfermedades infecciosas graves y salvaron la vida a más de 4 millones 600 mil que hubiesen fallecido de no haber recibido servicios de urgencia por un médico cubano.

Solo en 2011 Cuba brindó cooperación en 69 países con la participación de más de 39 mil colaboradores de la salud, la mayoría mujeres. Ellos son un ejemplo  de entrega sin límites, sin fronteras, porque aprendieron de Martí que “Cuba no anda de pedigüeñas por el mundo, anda de hermana y obra como tal. Al salvarse, salva”.

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