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Cuba: Se estudia la venta liberada —sin subsidios— de gas licuado de petróleo

Cuba: Se estudia la venta liberada —sin subsidios— de gas licuado de petróleo

Gabino Manguela Díaz / Tomado de Trabajadores.cu

“Es un verdadero problema esto de comprar la balita de gas para cocinar”, se quejan vecinos del consejo popular Alturas de La Lisa, donde un sinnúmero de opiniones —en su mayor parte críticas— sazonan la cola de los clientes y mensajeros de gas que acuden el día de la llegada del combustible al punto de venta de El Palenque, donde reciben ese servicio más de 2 mil 620 clientes.

“Aunque ahora la llegada del combustible es más estable y segura, el chequeo del número de cada balita dilata mucho el tiempo que hay que permanecer en la cola, y mire usted, estamos al sol”, argumenta José Martínez Ciarreta.

José Arturo Llorente vive con su hija. “A ella no le alcanza el gas, porque tiene cuatro hijos, y a mí me sobra, y cada cual tiene que ir a buscarlo en fecha diferente. Si yo le doy mi balita y cojo la de ella el problema sería a la hora de reemplazarla. En ese momento ella tendría la mía y yo la de ella, pero entonces no coincidirían los números con los que aparecen allí registrados.

“Desde el 2005 se mantiene una misma libreta de abastecimiento, que es el documento oficial para esta gestión —destaca— y no hay desglose para los núcleos que se han multiplicado con nuevos matrimonios. Sí disminuye el ciclo, pero no aumenta el número de recipientes para gas”, concluye.

El núcleo familiar de María del Carmen Solís está compuesto por nueve personas, con más de un matrimonio. “Yo tengo gas, pero mi hija no, y ella a veces tiene que cocinar con leña. Según lo dispuesto, cuando me toca cambiar yo sí puedo entregar mi balita con un ‘buche’ de combustible; sin embargo, el punto no puede darme un envase al que le quede un poquito si a mí se me acaba”, subraya.

Roberto González es mensajero de gas y, a la vez, cliente. “Si compro la balita y el combustible está malo, tengo 72 horas para cambiarla. Pero si las mezclas de gases no están en el rango adecuado, el producto no te alcanza para el ciclo previsto, y no te lo sustituyen. Yo creo que eso no está bien, porque no es tu culpa ese problema.

“Además, a pesar de que la ONAT no me dice a mí la cantidad de botellones con que puedo trabajar como cuentapropista, en el punto yo solo puedo trasegar cinco cilindros. Me dicen que esa decisión viene de ‘arriba’. ¿Por qué?”.

Al respecto Héctor Montoya, distribuidor de combustible en el citado punto de venta de El Palenque, destaca que no pocos mensajeros quieren llevar más de las cinco balitas que tienen señaladas. “Si alguno de los clientes tiene asignada más de una, entonces el mensajero puede llevar más de las cinco fijadas a él”, dijo.

“Hay personas —asegura— que venden la suya y cuando vuelven a coger su combustible lo quieren hacer con otro cilindro. ¡Imagínese usted!

“El número del que se entrega vacío debe coincidir con el que adquirió el cliente en el último servicio, pues ese constituye un mecanismo de control. Así está establecido en nuestra metodología”, subraya.

Crecen las familias, no las balas

Las mayores discrepancias de los clientes —que son todos los vecinos del área— están en la obligatoria coincidencia entre la numeración de la balita que entregan con aquella que recibieron, pues ello les impide cualquier reacomodo, incluso dentro de la propia familia.

En el caso que nos ocupa, los vecinos solo utilizan el cilindro de gas licuado para la cocción de sus alimentos, mientras que en otros lugares se aplican otras variantes. Pero un hecho cierto se impone: la difícil situación actual de la vivienda condiciona un número creciente de personas en un mismo núcleo, donde muchas veces conviven más de un matrimonio con sus respectivos hijos y peculiaridades a la hora de servir la mesa.

Por ello son crecientes los conflictos intrafamiliares, incluidas tensas relaciones internas provocadas por los desacuerdos en el uso de la balita de gas. Además, se suma el hecho de que a las nuevas viviendas tampoco se les entrega es decir, quienes construyen una vivienda no pueden acceder a ese importante servicio.

A pesar de todo, y por razones que se explican en las carencias materiales y, quizás, en una limitada valoración del asunto, al nuevo matrimonio que engrosa la familia tampoco se le autoriza otra balita, sino que es incluido en el contrato ya existente, al que se le reduce el ciclo de compra.

Todo está en dependencia del índice de consumo, según la composición del núcleo, algo lógico en las circunstancias de Cuba, pero el asunto merece, al menos, el análisis también de las particularidades de ese propio núcleo.

Entre las normas que se aplican está que no se puede regalar ni vender gas sobrante —los llamados buches— a la población, así como que en ningún caso se entregará gas al cliente en fecha anterior a la que le corresponde. Asimismo, si un punto de venta se queda sin balitas de  gas, el cliente puede recibir el servicio en otro dentro del mismo municipio.

A propósito del real problema con el gas como combustible doméstico para la cocción de los alimentos, durante el último período ordinario de sesiones de la Asamblea Nacional se informó que se estudia la venta liberada —sin subsidios— de gas licuado de petróleo para complementar las demás variantes existentes para su entrega a la población.

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Fuente: edición digital del semanario Trabajadores

Escrito por Gabino Manguela Díaz / Foto: Eddy Martin

Disponible en:

http://www.trabajadores.cu/news/20120902/2511718-las-balitas-de-la-discordia

Título original: 

A propósito del gas licuado…

Las balitas de la discordia

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