Los 15 de Lucas
Del atrezzo al departamento de muebles, y de este al de facilidades, donde se desempeñaba como utilero, lo cual lo aproximó definitivamente a la filmación, al estudio... En la historia que ahora cuenta a Juventud Rebelde, el surgimiento de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) resultó determinante en el desarrollo de nuestro entrevistado. «Siempre tuve inclinación por la música, y esta organización me permitió canalizarla. Recuerdo que allá por 1987 exhibíamos, por ejemplo, una recopilación de videos que editábamos (tanto extranjeros como cubanos)», rememora, y gracias a esas iniciativas se convirtió en vicepresidente de la AHS en la Televisión.
«Entonces Raisa White me propuso que la asistiera en la dirección. A su lado estuve en el programa Entre nosotros, una experiencia muy enriquecedora. Ella, además una excelente poeta, me enseñó un mundo de cosas: no solo del medio, sino de cultura general.
«Mi labor en la AHS, que alcanzó un protagonismo inmenso dentro de la TVC (hasta empezó a asumir la producción de diferentes realizaciones); Entre nosotros y el contacto con Raisa, me permitieron descubrir que podía expresar mis inquietudes a través de la imagen. Para ese entonces ya pertenecía al grupo Nos y otros, todo lo cual me facilitó asumir una sección dedicada al humor en En confianza.
«Debido a que el espacio requería de más de un director, me preguntaron si me atrevía a llevar esa responsabilidad, lo cual, como debes imaginar, acepté. Hicimos alrededor de 18 programas, junto a Alejandro González, Rudy Mora, René Arencibia..., hasta que salió del aire en agosto de 1991. Así, como parte de la Redacción de Musicales, empecé a realizar Espacio reservado, una especie de recitales en estudio, que abrió con Jorge García y luego resultó Premio Caracol de la Uneac, en su categoría».
—¿Cuándo comienzas a realizar tus primeros videoclips?
—Fue en 1993, junto a Rudy Mora. El videoclip me permitió encontrar otro camino, que se convirtió prácticamente en una profesión. Ese mismo año egresé del Instituto Superior de Arte (ISA), como parte de la primera graduación de directores de la Facultad de Cine, Radio y Televisión.
«Pero ya estaba en el medio, de modo que además escribía para algún que otro espacio, mientras iba cogiendo fuerzas el video por medio de programas como Telemúsica. En el 95 estrené Giros, que utilizaba materiales de archivo y se adentraba en el pop, la trova..., e incluyó cinco capítulos de Sonido subterráneo, cuya mirada se centraba en el rock, prácticamente desconocido acá. Un año después apareció Cáscara de mandarina, para difundir la música alternativa y luego vino Video on, conformado con los clips incipientes de los 90.
«Sucedió entonces que me otorgaron una beca para estudiar dirección de programas dramatizados, en la escuela de Radio y Televisión Española, cosa que nunca he hecho... (sonríe). El caso es que cuando regresé sacamos, el 4 de julio de 1997, Hecho en casa, que después derivó en Lucas. A partir de ese momento me he dedicado de lleno al musical. Creo que nunca me hubiera decidido a realizar un espectáculo en un teatro, de no haber estado vinculado al proyecto, pues no me sentía preparado, ni tampoco motivado. La idea de entregar los premios nos obligó a lanzarnos, y fuimos aprendiendo sobre la marcha».
—¿Qué momento vivía el videoclip a escala internacional, que los de casa decidieron desarrollar esa vertiente dentro del audiovisual?
—Mira, como fenómeno surgió por los años 70, alrededor del 75 se realiza el primero que es asumido como tal por los estudiosos. Por supuesto que el nacimiento, en 1981, del canal estadounidense de 24 horas MTV, condujo a que el videoclip se posicionara. Es cierto que en aquel momento solo se interesaba en el pop y en el rock, que los artistas negros no tenían cabida en ellos, etc., es decir, era muy sectario. Por suerte, con el tiempo se fue diversificando y abarca ahora a todo tipo de música y muestra una total diversidad racial.
«Esos videos, que se veían en nuestra Televisión en programas aislados como Colorama, sin dudas influyeron en nosotros. Era y es una forma de llegar a millones de personas con la promoción no solo de un disco, sino también de un artista, una agrupación. Esto no tenía nada que ver con la mentalidad comercial que existía en nuestro país en los 80, pero los realizadores del patio comenzaron a descubrir, sobre todo a partir del 86, del 87, que a través de una obra de este tipo podían acercarse a los medios de difusión masiva y escogieron algunos temas musicales que podían apoyar su forma de hacer y de decir, y los transformaron en videoclips.
«No ocurrió como en otras latitudes, donde para vender un disco alguien elegía un determinado realizador. Entonces en Cuba, con un presupuesto mínimo (a veces sin ninguno), los creadores hacían verdaderas obras de autor, pues respondían a sus necesidades espirituales. Así sucedió en la década de los 80, sobre todo apoyados por la AHS, que contaba con células muy fuertes tanto en el Icaic como el ICRT.
«A partir de los 90, con el cambio en la mentalidad comercial que se produjo en el país, dentro de las disqueras, de las empresas —incluso se establecen convenios Icaic-ICRT-Egrem— el panorama cambió cuando todos se pusieron de acuerdo para propiciar la venta de nuestros discos dentro y fuera del país. Ya apareció un elemento puramente comercial. De ese modo, a quienes venían de la década de los 80 empezaron a sumarse otros nuevos. Esa es la etapa en la que a Camilo Hernández, Eduardo “Tito” Delgado, Iván Inguanzo, Eduardo González, Luis Pinal..., que venían de los 80, se unieron Ernesto Fundora, Rudy, Cruzata, Santana... Ya no se trataba de aprovechar el género para decir y desarrollar una poética personal, sino también para cumplir con una función comercial».
—¿Qué provocó el paso de Hecho en casa a Lucas?
—Ambos tenían los mismos conceptos: promover el video cubano, estimular la calidad y la producción, motivar la aparición de nuevos realizadores, etc. ¿Cómo cambió el nombre? De una manera casual. Un día le dijimos al conductor del programa, Tony Arroyo: Mira, cuando despidas, di: «Hasta luego, Lucas», por unos recuerdos que yo tenía de mis vivencias en España, y la gente empezó a preguntar enseguida quién era ese. Descubrimos que podía servirnos para la publicidad, que la gente se podía enganchar por el misterio creado. Y como el programa era además trasgresor, atrevido, que explotaba el juego con el público, la ironía, el humor absurdo, el personaje se pegó.
«Cuando ideamos los primeros premios, donde pretendíamos reconocer los videos más populares a partir de la votación de la gente, apareció la posibilidad de otorgarlos por categoría. Entonces, decidimos convocar a un jurado. Así se inició Lucas como proyecto.
«Estos premios, que se entregaron en abril del 98, trajeron el concepto actual de Lucas, pues nuestros objetivos estuvieron más claros y vimos la posibilidad de crecer, es decir, que no solo fuese un programa, sino que tuviera sus premios, un periódico, etc., incluso soñamos con el Café Lucas, un canal de videoclip cubano las 24 horas, y otros espacios como el actual Lucas plus, que es más calmado y donde tienen mayor protagonismo los músicos y realizadores...
«Recuerdo que en una conversación con Tony Arroyo y Edith Massola, quien ya se había incorporado al equipo, empezamos a discutir sobre la entrega de los premios en el Karl Marx. Cuando nos preguntamos cómo llamarles, concluimos que debía ser Lucas, por el impacto que ese nombre había tenido en la gente.
«Después de esa entrega, le cambiamos el nombre al espacio por El regreso de Lucas, pues queríamos darle otro aire. Nos sentamos con unos diseñadores para buscar la visualidad del premio y del programa.
«Se decidió tomar una oveja, pues los diseñadores decían que yo era como la oveja negra de la Televisión, porque siempre estaba metido en problemas. La vestimos de negro debido a que estaba muy influenciado por el cine de Quentin Tarantino, por películas como Reservoirs dogs, Men in black, Pulp Fiction... Todo esto explica la imagen del premio, de los conductores (fue determinante la entrada de Hirán Vega acompañando a Edith).
«No olvido que en esos años variábamos los nombres: La mirada de Lucas, La técnica de Lucas, Desde arriba Lucas te mira..., al estilo de las sagas, aprovechando también el éxito de audiovisuales como Misión imposible, CSI..., hasta que terminó definitivamente como Lucas».
—Pero yo recuerdo que en un momento se perdió Lucas y apareció El patio de mi casa es...
—En medio del 99 comenzó cierto recelo hacia Lucas, por el tema de la vestimenta de los presentadores y las gafas oscuras (sabíamos que podían ser una barrera en la comunicación, pero habíamos asumido el reto); los movimientos de cámara un poco violentos, los chistes (nos movíamos con una serie de códigos que no tenían que ver con la televisión que se conocía), videos que no se lograban exhibir...
«Llegamos a estar en un horario del miércoles, a las 11 de la noche por TR. Finalmente hubo que quitarle Lucas y llamarlo El patio de mi casa es, eliminarle las gafas y el traje a Hirán. Todo se retomó después de la edición del 2000, por el enorme impacto que tuvo en el público el espectáculo del teatro Mella».
—A pesar de las críticas, Lucas presentó una visualidad y una estética diferente, y 15 años después se mantiene en la preferencia del público...
—El programa tiene una misión que lo hace muy noble: promocionar lo cubano a través del videoclip, y uno de sus frutos es que la producción de estas obras ha llegado a unos niveles que uno ni se imaginaba, mientras la calidad es muy superior a la media de América Latina: por su idea, su factura, su acabado, aunque quizá tecnológicamente no se puedan exhibir en un canal de alta definición. Por eso Lucas continúa.
«Sí, nos hemos equivocado miles de veces, hemos cometido errores, tomado decisiones equivocadas, pero a la larga el objetivo central se ha cumplido y se ha logrado que el pueblo de Cuba, los jóvenes, sobre todo, se sientan orgullosos del videoclip cubano».
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TOMADO DE JUVENTUD REBELDE
http://www.juventudrebelde.cu/cultura/2012-09-08/los-15-de-lucas/
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