Adiós eterno a la gran Asseneh Rodríguez, primerísima actriz cubana
Nadie interpretará como ella la escena de "Ruperta la Caimana, la fiera de La Habana", que en la película cubana Patakín, deja claro su calibre de primera actriz cubana. Adiós eterno para esta grande de la pantalla y el teatro cubanos.
El reciente fallecimiento de Asseneh Rodríguez enlutó hoy a las artes escénicas de Cuba que, de un golpe, perdieron a una actriz con rango de diva y a una maestra con vocación social. Intérprete que supo lucirse en cualquier medio, tanto radial como escénico o televisivo, Asseneh murió a los 79 años legando algunas actuaciones memorables, pero sobre todo, su huella en el futuro.
Esta maestra normalista ejerció un magisterio actoral en cada una de sus entregas, y posteriormente descubriendo y puliendo talentos en las comunidades de esta capital, histriónica por antonomasia.
Sin dudas la diva negra de la actuación en Cuba, Asseneh ganó los principales premios de la radio y la televisión, y fue una militante activa de la Unión Nacional de Escritores y Artistas.
Tal compromiso con su profesión y la sociedad le valió el respeto del gremio, del público y del Estado, que la condecoró con algunas de sus principales distinciones, como la orden Alejo Carpentier.
Nacida el 20 de junio de 1934 en Sagua la Grande -cuna de otros grandes de la cultura cubana, como el pintor Wifredo Lam, el cantante Antonio Machín y el escritor Jorge Mañach-, Asseneh comenzó su carrera de niña, recitando en programas infantiles de la emisora socialista Mil Diez.
En 1951 debutó en la televisión, haciendo gala de sus dotes para el drama y la declamación para ganar el primer premio del concurso de recitación del programa Buscando Estrellas.
Se suponía que los ganadores integrarían el elenco dramático de la emisora CMQ, pero nunca la llamaron. "En ese año ser negra y querer ser actriz era muy difícil", recordaba la artista.
Tras el triunfo de la Revolución cubana en 1959 se sumó al Conjunto Dramático Nacional, en el cual comenzó a darse a conocer gracias a papeles como la nodriza de la obra Romeo y Julieta, montada entonces por el director checo Otomar Krejcha.
De la comedia musical, al vodevil, a los espectáculos afrocubanos y al cabaret, Asseneh convencía en todos sus matices, además de ser un rostro popular en los dramatizados de la televisión cubana.
Formó una dupla de lujo junto al actor Alden Knight, recitando los poemas de Nicolás Guillén, e incluso declamando en portugués la obra de Agostinho Neto en plena guerra de Angola.
En su currículum destacan también su paso por el Teatro Musical de La Habana y el Grupo Buscón.
Comenzó en el cine con Saludos cubanos y Tránsito, y luego participó en clásicos como Retrato de Teresa, María Antonia y Lista de espera, esta última de Juan Carlos Tabío (Fresa y Chocolate).
Fue una actriz que se nutrió de lo popular, lo vernáculo, el día a día de los cubanos, de cuya sensibilidad, gracia y hasta problemas supo nutrirse para hacer fieles retratos de su cotidianeidad.
Asseneh Rodríguez fue sin dudas una persona muy carismática, que en cada poro de su piel sentía el orgullo de ser cubana y actriz. / Texto de Prensa Latina
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