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La ópera es una deliciosa enfermedad

La ópera es una deliciosa enfermedad

La pregunta es bien previsible, ¿qué es para usted la ópera? Ángel Vázquez Millares tenía que haber imaginado que se lo iban a preguntar, pero si lo imaginó, no había preparado respuesta: “Imagínate tú... La ópera es...” Lo piensa un poco, suspira. El periodista imagina que viene la también previsible respuesta: “...es mi vida”. Pero Vázquez Millares sonríe y dice con voz agradable, bien educada: “La ópera es una deliciosa enfermedad, una enfermedad para la que no hay antídotos”.

 

Estamos en una cabina de grabación de CMBF, Radio Musical Nacional, dentro un rato tiene que comenzar a grabar su programa diario de media hora. El realizador de sonido entra y sale, bromean, se ríen a carcajadas. A uno, que está acostumbrado a ver a Vázquez Millares los sábados en el Canal Educativo, con saco, corbata, porte y seriedad de distinguido profesor, le asombra un poco su extraordinario sentido del humor. “Es un banquete, nosotros lo adoramos –dice alguien. Nos encanta tenerlo aquí”.

 

¿Cuántas veces habrá escuchado el profesor, por ejemplo, el Visi de Arte de Tosca? “Eso ni me lo preguntes, no tengo respuesta; desde chiquito estoy escuchando ópera. Primero con discos prestados de 78 revoluciones.  Comencé a familiarizarme con muchas de las arias del repertorio, a identificar cantantes. Después tuve la oportunidad de ver a algunos de las mejores figuras del momento: la soprano Elizabeth Schwarzkopf, la mezzo Giulietta Simionato, el tenor Nicolai Gedda, el bajo George London... Coincidiendo con la temporada baja en los grandes teatros del mundo, la Sociedad Pro Arte Musical presentaba cada verano funciones de ópera. A esas temporadas acudían cantantes que hoy son mitos, imagínate, Renata Tebaldi, Mario del Mónaco, Zinka Milanov, Cesare Siepi, Leonard Warren, Kirsten Flagstad, Victoria de los Ángeles…”

 

¿Qué obras se presentaban en esas temporadas?

 

“Los clásicos de siempre: La Traviata, Tosca, Otello. Pero también se presentaron obras que hoy no suben a nuestros escenarios, como Tristán e Isolda, de Wagner”.


¿No era demasiado complicado hacer una producción wagneriana?

 

“Eran otros tiempos. Las producciones eran muy sencillas. No se cuidaba mucho entonces de los decorados, el vestuario, las luces... Ni siquiera de las segundas partes y coros. Lo principal, en esa época, eran los cantantes solistas”.

 

¿Había decidido ya que se dedicaría a la ópera?

 

“No exactamente. Eso fue un proceso. Me faltaban todavía muchas de las experiencias que, con los años, viví”.

 

¿Cómo llega a la radio, al programa La Ópera, de CMBF?

 

“Pues pasó un tiempo, yo colaboraba con la emisora, y un día la persona que se encargaba del programa no lo siguió haciendo, me lo propusieron y, a pesar de que era un gran reto, acepté. Me hice cargo de dos programas –porque también comencé a conducir Teatro de la Ópera, los domingos- con un público fiel y conocedor. No me ha ido mal”.

 

Ha sido, es, su mayor empeño de promoción del arte lírico en Cuba

 

“Pero no el único. Durante siete años presenté ciclos de vídeos de ópera en la Biblioteca Nacional. Fue una experiencia linda, enriquecedora.  Se creó un público muy estable, respetuoso. Pero tuvo que terminar, lamentablemente. Llegó el momento en que las cosas se complicaron demasiado”.

 

Pero ahora, imagino, estará contento. Presenta vídeos de ópera a un público mucho mayor, en el Canal Educativo.

 

“Esa es una gran satisfacción. Poder contar con un medio tan masivo como la televisión. El público de la radio es muy conocedor, una audiencia especializada. Pero con el programa Un palco en la ópera, del Canal Educativo, es más fácil llegar a más gente. Es más fácil seducir, enamorar, a más gente. No hay que olvidar que la ópera es también un espectáculo visual. Hemos ofrecido importantes obras, con buenos cantantes, en grabaciones que a veces no son ideales, pero siempre valen la pena. Amplían horizontes”.

 

¿Cuál es su ópera preferida?

 

“Sabía que la pregunta venía. No tengo ópera preferida. Mi obra preferida es la que esté escuchando.  No me gusta comparar una obra con otra. Cuando escucho a Verdi, soy parcial de de Verdi; con Wagner, soy de Wagner. Cuando escucho una obra, no existe otra obra sobre la tierra. Siempre que sea buena, por supuesto”.

 

¿Y si hablamos de cantantes?

 

“Es que el cantante lírico más modesto ya hace algo que no puede hacer la inmensa mayoría de los hombres. Todos son dignos de admiración. Pero si hay que decir nombres: Franco Corelli, Di Stéfano”.

 

Pensé que María Callas encabezaría la lista.

 

“Estamos hablando de cantantes, Maria Callas es otra cosa. Es una de las artistas más grandes que ha tenido la humanidad, trasciende la ópera No se puede medir por parámetros normales. Es como Chaplin. No soy su admirador, soy su devoto”.

 

Una última pregunta, profesor, ¿qué hacer para que nuestros teatros se llenen cuando hay funciones de ópera y zarzuela?

 

“Esa es una pregunta demasiado grande. No creo que esté en mis manos una respuesta definitiva. En pocas palabras, creo que hay que hacer mucha más ópera, mucha más zarzuela. Alguien dirá que faltan recursos materiales, pero no tenemos por qué competir con el Metropolitan o la Scala. Hay que hacer más temporadas, con imaginación, con deseos. Cuando no se puedan hacer obras completas, pues se hacen conciertos. Hay que hacer giras, más giras. Solo así se consolida un público, con el contacto con la ópera viva. Por otra parte, nociones de teatro lírico deberían formar parte de los programas de enseñanza artística de nuestros escolares. Y en cuanto a nuestros artistas, no basta con reconocer el talento, hay que cultivarlo a fondo: con estudio, con fogueo. Y volvemos a la necesidad de más funciones, más ópera, más zarzuela en nuestras carteleras. Solo así, con el tiempo y con trabajo, se llenará hasta el último asiento del gallinero del Gran Teatro de La Habana”.


FUENTE:  Yuris Nórido  /PORTAL CUBASI.

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