Cuba, la televisión que viene
La posibilidad de ampliar la cantidad de canales televisivos, mejorar la calidad y alcance de la señal, así como prestar otros servicios asociados, hasta ahora impensables con las actuales tecnologías, han determinado la migración de las transmisiones televisivas analógicas al formato digital en buena parte del mundo.
Este proceso, que se inició hace muy poco tiempo y del que son abanderados fundamentalmente los países más desarrollados, también ha llegado a Cuba. Una comisión gubernamental creada con este fin analiza los diferentes estándares de transmisión existentes, con el objetivo de seleccionar el que usará el país.
Tal migración no es sencilla. Supone profundos estudios teóricos y pruebas de campo para determinar el comportamiento de cada estándar de transmisión en las condiciones propias de la nación antillana, además de una ardua negociación en aras de evitar que en la introducción de esta tecnología el país se vea afectado también por las leyes del injusto bloqueo que le ha impuesto Estados Unidos.
Implica a su vez cuantiosas inversiones, no solo para la transmisión de la señal como tal, sino en el propio proceso de creación y producción televisiva, en el transporte de esta señal hacia las antenas que la radian para que sea recibida en los hogares, y en los equipos receptores, la mayoría de los cuales no están acondicionados para la televisión digital.
Existe la firme intención de trabajar con pasos firmes en un tema donde nadie puede quedar desprotegido, y en el que, dadas las condiciones económicas de la nación, se debe ir al seguro y gradualmente, por lo cual los plazos estimados de migración, según los expertos, pudieran alargarse tentativamente unos 15 años o más para el «apagón analógico».
El mismo desarrollo tecnológico impone ya el paso de una a otra tecnología, máxime cuando los televisores analógicos van dejando de producirse y con ello el resto del equipamiento en esta modalidad, por lo cual el paso al formato digital no solo es un imperativo, sino que resulta imprescindible so pena de quedarnos ciegos y sordos en pocos años en lo que a televisión se refiere.
Sobre estas y otras interrogantes relacionadas con un proceso que recién comienza en Cuba, JR conversó con Armando Pujols, especialista de Desarrollo del Instituto de Radio y Televisión (ICRT), y con Enrique Santana, asesor del Ministerio de la Informática y las Comunicaciones, miembros de la comisión cubana que analiza esta temática.
Señal codificada
Cuando se habla de televisión digital, uno de los errores más frecuentes es creer que se refiere a aquella que se transmite por Internet, cuando esta es apenas una de las modalidades de la nueva tecnología.
La televisión digital se define fundamentalmente por la tecnología que utiliza para transmitir la señal, la cual, a diferencia de la analógica, se codifica de forma binaria y se emite así.
Tiene en sí varias modalidades de transmisión, pues existe la llamada televisión digital terrestre, donde se produciría la mayor migración, que no es más que las transmisiones a través de una antena convencional (aérea).
También está la televisión por cable, que como su nombre lo indica se refiere a la transmisión de señales digitales mediante sistemas de televisión por cable, de tipo coaxial o telefónico. A su vez existe la IPTV o Protocolo de Televisión IP, que es aquella donde la señal viaja conjuntamente con los servicios de Internet. Y por último está la televisión digital satelital, donde la señal se obtiene directamente del satélite.
Lo que tienen en común todas es que en la televisión digital, además de propiciar que exista una interacción entre el emisor y el receptor, y por ende la posibilidad de interactividad, la calidad de la señal aumenta extraordinariamente, pues se reducen las interferencias y se puede emitir mayor volumen de datos.
Estos aspectos técnicos, muy complejos para reducirlos a una explicación sencilla, implican que mientras en la señal analógica usted ve algún que otro canal con mala nitidez, en el caso de la digital lo ve o no, pero siempre con calidad muy superior.
«Aquí radica precisamente el porqué se debe ser muy cuidadoso a la hora de establecer la migración de la TV analógica a la digital, ya que en Cuba no sucede como en otros países, donde se trata de un negocio, y puede acceder a este servicio quien tenga los recursos para ello», explica el especialista Enrique Santana.
«Nuestra estrategia se caracteriza por dar un acceso gradual, pero lo más masivo posible a esta tecnología, sin que nadie se quede sin recibir los canales televisivos. Por tanto es muy posible que cuando se comience a instrumentar, coexistan durante un tiempo ambos tipos de transmisiones», agrega el ingeniero Armando Pujols.
—Esto pasaría porque algunas personas tendrían equipos que les permitieran ver las señales digitales...
—Por supuesto, pero eso no quiere decir que necesariamente se deban adquirir televisores «digitales»; en primer lugar porque todavía Cuba no ha definido en qué norma se va a transmitir, algo que actualmente está en fase de estudio —señala el ingeniero Enrique Santana.
«Actualmente —agrega Pujols— la comisión estudia las diferentes normas existentes, entre estas la china, la japonesa en su variante brasileña y la europea, las cuales están entre las más importantes del mundo, y que si bien coinciden en muchos aspectos, tienen diferencias entre sí».
Precisamente ese fue el objetivo prioritario del taller que durante dos días sesionó en La Habana, y que reunió a expertos y representantes de cada una de las normas, quienes expusieron sus tecnologías ante los miembros de la comisión cubana que estudia el tema, y que involucra a ministerios como el de Informática, Economía, del Interior, Fuerzas Armadas, Educación Superior y otras entidades.
A su vez se hicieron pruebas de campo con equipamiento traído especialmente para ello por los representantes de las normas. Los grandes ausentes fueron los proveedores de la norma estadounidense.
«Desgraciadamente esa norma solo la pudimos estudiar de forma teórica, pues a pesar de haber contactado varias veces con los proveedores del equipamiento, nunca tuvimos una respuesta clara, ya que pesan sobre ellos las regulaciones impuestas por el absurdo bloqueo norteamericano», dice el ingeniero Armando Pujols.
—¿Cuál norma adoptará Cuba?
—No hay ninguna definida hasta el momento y eso es muy importante recalcarlo. Es un proceso que recién comienza y en el que debemos ser muy cuidadosos, pues estamos hablando de la televisión que recibirá el cubano al menos en los próximos cincuenta años —señala Enrique Santana.
«La adopción de uno u otro formato depende no solo de cómo funcione en las condiciones propias de Cuba, sino también de aspectos económicos, de la posibilidad de transferencia tecnológica para fabricar nosotros parte del equipamiento, de que se nos brinde superación y capacitación, e incluso de las patentes que están detrás de cada una.
«La comisión que evalúa el tema está siendo muy rigurosa desde todos los puntos de vista, y eso lo han reconocido incluso los mismos representantes de cada norma; nosotros al final emitiremos nuestras recomendaciones. La decisión final corresponderá al Gobierno, teniendo en cuenta estos factores».
Nadie se quedará sin TV
—Aprobado todo e iniciado el proceso de migración, ¿los actuales televisores no servirán? Si alguien adquiere alguno en el extranjero, ¿qué característica debe tener?
—Es importante que se entienda que este es un proceso gradual, que pasa también por fuertes inversiones en la infraestructura de la realización y producción televisiva, las cuales deben ir aparejadas a las que se realicen a su vez en los sistemas de transmisión y recepción de las señales —explica Pujols.
«En las condiciones de Cuba, esto no es muy sencillo, pues requiere de grandes sumas que el país irá destinando gradualmente, en la medida que las condiciones lo permitan. Se requiere, por ejemplo, modernizar los sistemas de televisión, desde las cámaras y sets de edición hasta los propios generadores de la señal.
«Actualmente en todo ello están coexistiendo las tecnologías analógica y digital, pues en muchos casos los materiales se filman en una, se editan en otra, se llevan a otro formato para transportar la señal hacia las antenas, y de ahí se envían de forma analógica a los televisores. Todo ello, poco a poco, irá cambiando.
«Las personas no tienen por qué temer que sus televisores no sirvan, pues llegado el momento solo tendrían que poseer un equipo decodificador de la señal digital al cual acoplarle la antena para ver perfectamente la televisión.
«Algo similar sucede con los equipos adquiridos en el extranjero, aunque en este caso se debe ser más cuidadoso, pues al no estar definido todavía en qué norma transmitirá Cuba es posible que en el futuro no se ajusten a esta. Pero en cualquier caso se han valorado múltiples soluciones en aras de que nadie se quede sin servicio de televisión.
«Todo lo contrario, el paso a las transmisiones digitales supondrá una mejoría considerable en la calidad y alcance de las señales, la posibilidad de ampliar el número de canales e incluso de transmitir uno por varios, así como otros valores agregados que resultarían imposibles de ofrecer con la televisión analógica, como los servicios interactivos, mediante los que la persona podría recibir en su televisor el parte del tiempo cuando lo desee, por ejemplo, entre otras utilidades».
Si bien estos cambios ayudarán desde el punto de vista técnico a mejorar la televisión, es impostergable que se trabaje también en la calidad de los contenidos, algo que se vería de una u otra forma beneficiado por la televisión digital.
Los expertos señalan que se está hablando de sistemas de transmisión, de cómo hacerle llegar una mejor señal televisiva a la gente, no de cómo se hace la televisión, algo en lo cual también se labora para mejorar.
Tampoco habrá que esperar por la llegada gradual de la televisión digital para mejorar la calidad de la señal que se recibe, algo en lo cual ya se trabaja en aras de mejorar las emisiones analógicas actuales.
El país también tiene prevista la fabricación de tecnología compatible con el sistema digital, incluso de televisores de pantalla de cristal líquido o LCD, para contribuir a un proceso de migración que se irá instrumentando paso a paso, pero que es inevitable si queremos mantenernos actualizados tecnológicamente, y más aun garantizar que nunca deje de verse la TV.
Fuente: Amaury E. del Valle, en Juventud Rebelde
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