El médico «español» de la CNN
MATANZAS.— Haití volvió a renacer una vez más de la infausta desaparición mediática del reino de este mundo donde lo tenían enclaustrado. Y la humanidad volvió a conocer de los haitianos por una desgracia.
Una Isla un poco más grande que Haití escribe desde 1998 páginas que trascenderán el tiempo por su humanismo, al mantener allí a sus colaboradores del sector de la salud.
Incluso cuando las brigadas médicas cubanas han dejado una huella de sensibilidad y humanismo, el mundo ha sido privado de reconocer ese gesto de grandeza, pues el silencio unas veces, por parte de la gran prensa, o la tergiversación, en otras, han obviado la impronta de miles de enfermeras, médicos y personal de la salud que brinda sus servicios en varias latitudes del planeta.
Con cierta extrañeza la cadena CNN presentó a un médico cubano como español. Las imágenes eran las de Carlos Guillén Rodríguez, especialista de primer grado en Medicina Interna, pero en la entrevista publicada en días pasados, la cadena conversó con el galeno mientras en la identificación cambió el nombre y la nacionalidad por el de Carlos Argüello, médico español.
«En realidad es difícil precisar si hubo intencionalidad o fue un error», explicó telefónicamente en exclusiva a JR Guillén Rodríguez.
«Nosotros estamos tan inmersos en el trabajo que no tenemos tiempo para nada. Sin embargo, el equipo de la CNN sí sabía que éramos cubanos, que todos los del hospital de La Paz lo éramos, ya que los médicos españoles hacía dos días que se habían marchado.
«Nosotros se lo dijimos, que solo quedábamos cubanos, sabían que éramos cubanos. Aunque no tengo todos los elementos, no tenían motivos para la equivocación», refiere Guillén.
El también Máster en Economía de la Salud contesta las preguntas desde Puerto Príncipe, en un gesto que agradecemos al saberlo inmerso en la lucha por la vida.
Este médico llegó a Haití en junio de 2008 como coordinador de la Operación Milagro en esa nación. Es su primera misión fuera de Cuba.
Carlos Guillén Rodríguez pudo haberse hecho famoso por lo que es, un médico internacionalista, y no por un hecho «fortuito» de una cadena mediática. Allí está su obra y la del resto de sus hermanos que brindan sus manos y su aliento solidario. Ya otros se han retirado, pero los cubanos siguen junto a los más dolidos de la tierra hermana.
El terremoto del 12 de enero pudo igualmente ser catastrófico para Guillén. De regreso a la casa el grupo de cubanos entró a un mercado y estando dentro de ese local comenzó el fatal episodio del sismo. Al salir del mercado, solo se veía una enorme nube de polvo que cubría todo. En medio de ese panorama, cuando todavía no se advertía la verdadera magnitud de la catástrofe, brindó sus servicios a una mujer.
Aquí en Cuba su familia se desesperaba. No había comunicación. Casi a la medianoche de ese día su esposa Lilia Fuentes Alfonso logró comunicarse: «Solo me dijo que los 16 de la brigada estaban bien, que se lo dijera a sus familiares. Ahora nos comunicamos con más frecuencia y mediante nosotros se entera de cómo andan las cosas, porque ellos no tienen tiempo para nada».
Carlos se graduó de médico en 1991, en Santiago de Cuba, su provincia natal. En 1994 terminó la especialidad. Ha laborado en numerosos centros de la salud de Santiago de Cuba y Matanzas; ha ejercido la docencia de postgrado, domina el idioma inglés y el creole, y ha participado en diversos eventos científicos. En el 2006 fue director del hospital Nelson Fernández, del municipio de Jagüey Grande, donde se desarrolló la experiencia de la Operación Milagro.
—¿Cómo quedará Haití en tu memoria?
—Son imágenes que no quisiera tener que volver a vivir, que trato de no recordar. Ahora evado todo eso en medio de mi trabajo.
—¿Mayor impacto de la tragedia como médico, a pesar de tus años de experiencia profesional?
—Es una situación de desastre total. Vivimos los primeros días realizando amputaciones, cirugías, es algo tan duro que no quisiéramos volverlo a vivir. En otro sentido hemos visto la integración latinoamericana, la actitud del personal médico cubano, que a pesar de las dificultades ha sabido sobreponerse. Sentimos enorme satisfacción al poder ayudar al pueblo haitiano en estos momentos.
«En el hospital trabajo con organización. A las cinco de la madrugada nos levantamos y ya a las siete comienza la jornada de más de 12 horas cada día. Trabajamos turnos rotativos y hemos creado algunas condiciones como casas de campaña para descansar, y promovido las condiciones normales de higiene, orden, disciplina y de control de los materiales contaminantes».
El pasado sábado CubaDebate publicó una nota sobre la disculpa de la CNN por haber presentado a un médico cubano como español. Vale, como dicen los españoles: «Después del reporte de su corresponsal en Puerto Príncipe, el presentador del noticiero de esta mañana dijo que «fue un error evidente» el que había cometido la cadena y ofreció sus disculpas, aunque no aclaró que la entrevista no había sido hecha a un profesional de la salud que pasaba por casualidad frente a las cámaras, sino que CNN realizó todo el reportaje en el hospital atendido por los médicos de la Isla, algo que olvidó mencionar».
CubaDebate se encargó de ofrecer otros datos de la misión médica cubana a tres semanas del sismo: Cuenta con 938 colaboradores, más del 50 por ciento diseminados en varios puntos de la capital haitiana. Del total, 380 son médicos de ese país formados en Cuba. Los cubanos han atendido a más de 34 500 pacientes, realizaron 2 728 operaciones —de ellas, 1 297 cirugías de alta complejidad—, 380 amputaciones de miembros superiores y 644 de miembros inferiores. Mantienen en Haití 18 equipos quirúrgicos, tres hospitales estables en Puerto Príncipe y centros de atención en los diez departamentos.
Aún en medio del tenebroso episodio del 12 de enero, sin saber qué ocurría en otras partes del país o del propio Puerto Príncipe, Guillén y el resto de la brigada fueron los primeros en brindar asistencia médica inmediata, para lo cual montaron urgentemente un hospital.
Cualquier medio internacional puede ahora mismo reflejar esa generosa labor de salvar vidas, minimizar los daños psicológicos de los niños o atender algún parto.
Fuente: Hugo García / de Juventud Rebelde.
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