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La secreta esperanza de Julio Acanda

La secreta esperanza de Julio Acanda

El dramaturgo y periodista Amado del Pino en una de sus crónicas calificó al colega, locutor y animador Julio Acanda como un “fuera de serie”. Razón tiene. Mis primeros recuerdos de su trabajo datan de cuando hacía periodismo en su terruño natal, la Isla de la Juventud. Él fue propuesto para un premio que no le concedieron, y yo protesté públicamente, en una nota transmitida por Radio Reloj. Ese comentario hizo que nos conociéramos personalmente. Mi admiración desde entonces creció: junto a su capacidad profesional, Acanda une la sencillez de la grandeza y los oídos abiertos de quien escucha siempre para aprender. Su trabajo sea en series transmitidas por el noticiero, como locutor en el Canal Habana y como máximo responsable en Somos Cuba nunca pasa inadvertido. Esa incuestionable calidad ha sido premiada en numerosas ocasiones, como en el último Festival nacional de la televisión.

-¿Por qué te inclinaste al periodismo y no a otra profesión?

 

-Desde muy niño supe que seria lo que soy. No sé si periodista, pero sí  que quería compartir historias con la gente ya fuera por radio o tv. De hecho tuve mi primer programa de radio a los nueve años, se llamaba Cosas de mi Escuela, y se trasmitía por la emisora de la Isla de la Juventud,  Radio Caribe. Hoy cuando miro atrás comprendo que, sorprendentemente, siempre supe que sería periodista.

 

-¿Qué recuerdos guardas de tu trabajo en la Isla de la juventud?

 

Yo me gradué de Periodismo en la Universidad de la Habana en 1984. El llamado Servicio Social lo hice en la Isla de la Juventud, la tierra de mi niñez y adolescencia. Quizás por eso, esa etapa de mi carrera tiene tanto de ingenuidad y candor. Es mi redescubrimiento de la Isla, las leyendas que me conmocionaron cuando niño, las historias de hombres dedicando su vida entera  a buscar un tesoro, la  aventura de un lugar mítico; la Isla del Tesoro convertida en una Isla donde convivían en esa época las más inimaginables nacionalidades y culturas unidas por una bella utopía: la eterna juventud. Fue una etapa dorada de mi carrera, marcada por la búsqueda, la experimentación, la creación de un estilo, y un lenguaje que aún me acompaña.

 

-¿Por qué José Martí es una imagen recurrente en tu obra?

 

-Descubrí a Martí con mi padre, quien murió apenas con 36 años. Poco antes de morir, tendría yo  cuando más once años, una noche me enseñó una foto de Martí de cuerpo entero contra unos arbustos---después supe que esa foto fue tomada en Jamaica y que era la única conocida en la que aparece el Apóstol de pie, en solitario---. Mi padre me dijo:
----Julio, fíjate en la foto. ¿Qué ves?
Realmente, yo miraba y miraba y sólo veía a Martí. El mismo rostro triste que había conocido en la escuela. Pero mi padre insistía:
--- ¿Qué ves? ¿Qué ves?  
Yo realmente no sabía lo que quería que viera, y no comprendía hasta donde quería llegar mi padre. Hasta que me dice:
----Mira los zapatos, hijo. Están rotos, si te fijas bien. ¿Sabes cuanto dinero en ese momento tenía ese hombre en los bolsillos? Cientos de pesos,  que le habían entregado de su salario los tabaqueros de Jamaica para la liberación de Cuba….Cientos de pesos,… y era incapaz de tomar un solo centavo… uno sólo…para comprarse un par de zapatos, que en esa época costarían muy poco. Hijo, ese es un hombre DECENTE.  
Esa palabra, DECENTE,  que tantas veces escuche en mi infancia, (Recuerdo especialmente: POBRE,  PERO MUY DECENTE) y que tan poco escucho ahora, me impulso a zambullirme en la vida de José Martí, en sus libros, en sus cartas, en sus discursos, en sus poemas, en sus lagrimas y sonrisas, en sus virtudes y defectos, y cuando emergía de sus profundidades era yo un hombre distinto. Por eso he dedicado mucho de mi trabajo a ese hombre decente del que un día ya muy lejano me habló mi padre.

 

-¿Cuántas series periodísticas has realizado? ¿Cuál te resultó más difícil?

 

-Realmente no llevo la cuenta. Son bastantes, desde que estaba como reportero en la Isla de la Juventud, empecé a experimentar con este método, pues comprendí su eficacia dramatúrgica.  Dejas los capítulos en suspenso como las telenovelas, y despiertas el interés para el próximo. También fue una necesidad. Estas series periodísticas, como por ejemplo Tras las huellas de la historia que aborda la vida de José Martí en Cuba y el mundo, son el resultado de una larga investigación, y entonces tienes una cantidad de información mucho mayor que la que puedes ofrecer en el tiempo televisivo para un material en los noticieros.  Hay varias de estas series que me han resultado bastante complicadas desde el punto de vista emocional y también en el estilo del  lenguaje televisivo. La que realicé en los campos de concentración de Polonia, literalmente me desgarró, por lo aterrador de los hechos que allí sucedieron. La que hice por el V Centenario del Encuentro entre Dos Mundos,  siguiendo la ruta de Cristóbal  Colón por Cuba en sus diferentes viajes, me planteaba la disyuntiva de cómo cerrarla, y la única solución que encontré fue entrevistar a un Colón imaginario que me dio muchos dolores de cabeza con los directores de las redacciones del Noticiero. Ellos no entendían como un Noticiero tan sobrio, prudente y discreto como el nuestro cometiera el desenfreno de entrevistar a un Almirante de fantasía hablando de temas bien actuales. Aún no sé como al final aceptaron trasmitir aquella entrevista.

 

-Existen personas que consideran excluyentes las profesiones de animación  de espectáculos musicales y la presentación o elaboración de noticias ¿que piensas tú?

 

-No creo que sean excluyentes, siempre y cuando ambas se realicen con la proyección de  credibilidad y profesionalidad que exigen ambos géneros.  Al final, en ambos casos lo importante es el crédito  y la confianza que otorga el público a ese profesional de la pantalla más allá del programa en que lo vea. Hay casos de locutores exclusivos de informativos, que por su ampulosidad y falsedad  no son creíbles en las noticias que leen. ¿Serían más creíbles animando un espectáculo?

 

-¿En que consiste la serie sobre el aniversario 60 de la televisión? ¿No temes que se parezca a Hasta el último aliento?  Planes inmediatos y mediatos...


-Si me permites te voy a unir las tres ultimas preguntas porque están muy relacionadas. Para mi el periodismo es una historia, se conforma con las  historias que contamos al público. Te explico. Cuando un hecho sale en un periódico, se emite por la radio o la tv, aunque esté sucediendo en ese momento, se  va conformando una historia, con sus personajes, sus acciones,  sus escenarios. El periodismo más puro es contar acontecimientos que pasaron, están pasando en ese momento,  o se prevé que puedan ocurrir en el futuro por hechos del presente. ¿No es eso la historia? La serie que estoy preparando ahora forma parte de los programas Somos Cuba,  que he realizado por temporadas desde el  2000. Y siendo consecuente con lo que te hablaba al principio, está conformada por historias de gente de televisión, para celebrar el 60 Aniversario de su creación. No es la historia de la TV en Cuba, eso ya lo intento hacer un hombre que también forma parte ya  de esa historia: Vicente González Castro, con Hasta el último aliento.  Los personajes de los programas que estoy preparando son personas que usted puede encontrar ahora mismo en los pasillos del ICRT o en los set de grabación. Es historia actual. Tengo muchos proyectos en mi cabeza, algunos irrealizables lo sé, pero para eso son los proyectos para soñar lo imposible. Cuando pienso en mis primeros pasos en los medios, allá en mi niñez, o en mi aventurera juventud en la Isla,  lo que he podido ir logrando en mi carrera también entonces  parecía una utopía,  una quimera, una ilusión. Los planes de ahora siguen siendo eso una fantasía, casi una alucinación, con la secreta esperanza de que un día se conviertan en historias que contar.   

 

Fuente: Paquita Armas Fonseca / Fotos: Cortesía del entrevistado./Tomado del Portal de la TV cubana

http://www.tvcubana.icrt.cu/noticias/la-secreta-esperanza-de-julio-acanda/

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