Adiós eterno al gran Teófilo Stevenson
La familia del deporte cubano se conmovió ayer con el fallecimiento de uno de sus más grandes exponentes de todos los tiempos, el triple campeón olímpico y mundial de boxeo Teófilo Stevenson Lawrence.
El hombre que vinculó maestría atlética, infinita modestia y fidelidad absoluta a la Revolución, al Comandante en Jefe Fidel Castro y a su pueblo, dejó de existir a los 60 años de edad en La Habana, víctima de una cardiopatía isquémica.
Querido por varias generaciones de compatriotas que aplaudieron sus triunfos y admiraron la sencillez con que jamás les traicionó, deja, más allá de la gloria conquistada sobre los cuadriláteros, el ejemplo que generan quienes nunca dan la espalda a sus raíces.
Nacido el 29 de marzo de 1952 en las cercanías del entonces central Delicias, en el municipio de Puerto Padre, provincia de Las Tunas, vivió una infancia humilde en la que comenzó a forjar valores que le acompañaron por siempre.
Su palmarés como competidor quedó realzado por las fajas olímpicas conquistadas en Munich´72, Montreal´76 y Moscú´80 y coronaciones mundiales en La Habana´74, Belgrado´78 y Reno´86.
Miembro del único trío de pugilistas tres veces monarcas olímpicos, merecedor de las copas Val Barker (1972) y Russell (1986), destinadas a los mejores competidores en citas de ese tipo y Campeonatos Mundiales, reinó también en otros muchos escenarios como Juegos Panamericanos, Juegos Centroamericanos y del Caribe y Copas del Mundo.
Su patriotismo quedó demostrado más de una vez, cuando dejó boquiabiertos a mercaderes que trataron de comprarle con cifras millonarias.
«No cambiaría un pedazo de la tierra de Cuba por todo el dinero que podrían darme», contestó a uno de ellos tras impresionar en Munich, donde se desquitó de su revés panamericano de Cali´71 ante el estadounidense Duane Bobick, la llamada Esperanza Blanca.
Reconocido por su demoledora pegada, fue igualmente técnico, rápido para su categoría y caballeroso con sus oponentes, no pocos de los cuales, incluidos varios foráneos, fueron sus amigos.
En el momento de su fallecimiento Stevenson era vicepresidente de la Federación Cubana de Boxeo y ostentaba varias condecoraciones nacionales e internacionales.
Su muerte deja un vacío incalculable en el seno del deporte revolucionario cubano, donde ahora se multiplicará como ejemplo de patriotismo, dignidad y apego a su pueblo.
Su cadáver está expuesto en la funeraria habanera de Calzada y K desde las últimas horas de este lunes. El cortejo fúnebre partirá desde la funeraria, a la 1 y 45 de hoy, hacia el cementerio de Colón.
Llegue a sus familiares y amigos el mensaje de afecto de quienes nos enorgullecimos de ser sus compañeros de combate.
Movimiento Deportivo Cubano
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